La experiencia del teletrabajo en mujeres

/ 25 de Agosto de 2020

Si bien al comienzo las trabajadoras relataron que les costó mucho poner límites en los horarios, finalmente se ha ido logrando que las empresas consideren estas exigencias que tenemos las mujeres y sean más flexibles ante la multiplicidad de roles que nos toca desempeñar”.

Ariela Dymensztain | Psicóloga, Coach y Directora de AD Consulting. www.adconsulting.cl

El teletrabajo es la forma de organizar y realizar el trabajo a distancia mediante la utilización de las TIC, desde el domicilio del trabajador. Este es un concepto que en tiempos de pandemia ha estado presente en nuestras conversaciones y, en muchos casos, en nuestra vida diaria.

Para evitar la propagación del virus, las autoridades de salud determinaron reducir el contacto personal y restringir el desplazamiento, confinando a veces a ciudades enteras. Incluso, según la OIT, cerca del 68 por ciento de la fuerza de trabajo mundial reside actualmente en países en los que se recomienda o se exige el cierre de los lugares de trabajo.

Una decisión que ha obligado a empleadores y colaboradores a elaborar planes de contingencia para implementar un sistema de trabajo desde la casa. Ello, principalmente, con el objetivo de autocuidarnos y, a la vez, mantenernos operativos, cumpliendo con nuestras obligaciones laborales.

En el caso de las mujeres, el teletrabajo se transformó en un tremendo desafío al que desde un día para otro tuvimos que adaptarnos, aprendiendo a conjugar, en un mismo lugar, nuestras responsabilidades laborales con las de la casa y con las tareas escolares de nuestros hijos. Es una triple jornada que además se caracteriza por una extensa carga horaria que puede llegar a las 12 horas diarias o más.

El lado positivo de trabajar desde el hogar es, sin duda, que podemos estar acompañando a nuestra familia, especialmente a los más chicos, en un momento donde los niños necesitan compañía, cuidado y contención. Para muchos es un privilegio. Sin embargo, en las mujeres esta situación ha tenido un efecto complicado, pues un importante porcentaje admite sobrecarga en las jornadas diarias y reconoce dificultades para compatibilizar el teletrabajo con las labores de la casa.

No es fácil, ya que esta contingencia hace que los horarios además se topen, dificultando la realización de dichas ocupaciones. Una reunión o la entrega de una tarea, puede coincidir con el horario de clases de los niños y con el momento de preparar el almuerzo, por ejemplo.

Si bien al comienzo las trabajadoras relataron que les costó mucho poner límites en los horarios, finalmente se ha ido logrando que las empresas consideren estas exigencias que tenemos las mujeres y sean más flexibles ante la multiplicidad de roles que nos toca desempeñar.

En atención a aquello se han adoptado como buenas prácticas para el teletrabajo tener bloques establecidos para las reuniones, teniendo en cuenta los horarios de las tareas del hogar o el cuidado o ayuda a los niños en sus deberes escolares.

Asimismo, se ha promovido que las jornadas laborales no excedan las ocho horas diarias y, también, se ha fomentado la corresponsabilidad familiar, para que las tareas se distribuyan de manera homogénea entre todos sus integrantes. Todo lo anterior, debe quedar sistematizado a través de acuerdo con el equipo de trabajo, como una regla para ser respetada por todos.

Ya existen proyecciones de que al menos 40 % de las empresas podría modificar su sistema de trabajo una vez superada la pandemia. Es necesario, entonces, sacar lecciones de este periodo de teletrabajo obligatorio, que tienen que ver con el establecimiento de horarios de trabajo acotados, planificación de la jornada laboral y de las reuniones, incorporar herramientas tecnológicas para organizar el trabajo en equipo y fomentar campañas de conciliación de trabajo y familia.

Estas nuevas formas de organización, sin duda, beneficiarán a todos, pero tras la experiencia vivida, tenemos claro que significarán una gran ayuda para las mujeres.

El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial de Revista NOS.

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