Abstención y desprolijidad

/ 5 de Diciembre de 2012


Para quienes vivimos y enseñamos en aulas universitarias respecto de las Ciencias Políticas no nos resulta del todo novedoso que una elección, como la reciente municipal, en democracia, sea ganada por la abstención. Ello ha ocurrido y ocurre en otras partes del mundo. En nuestra larga y angosta faja de tierra este fenómeno con tales guarismos es absolutamente excepcional, de manera que la sorpresa de fines de octubre en la forma no es tal en el fondo. Entre nosotros, no hay que ser cientista político profesional en la búsqueda de la explicación de por qué ocurrió aquello, toda vez que nuestros políticos vienen siendo evaluados por la población con las peores notas o calificaciones en todas y cada una de las encuestas conocidas por la opinión pública. De ahí que seamos mayoría los indignados con el actuar político de los mismos. Nuestra reciente elección de alcaldes y concejales fue un rotundo “téngase presente” en el recorrido universal de los indignados. Eso antes y primero, después la demagogia explicativa de los hechos buscará otras respuestas más diplomáticas o menos duras para los afectados.
En otras palabras, una vez más los políticos le buscarán la quinta pata al gato con el sólo fin de protegerse. Es que la llamada clase política, a partir de la reciente debacle expresada en tal altísima abstención, ensaya y busca explicaciones en la búsqueda de alguna cobertura para con la respuesta inefable, popular y democrática de la ciudadanía chilena.
Viene, de esa manera, la reacción de los afectados en torno a que el abstencionista “no participa en la brega política”, “no dice nada”, figura que constituye un evidente paradigma o ejemplo demagógico absolutamente falso toda vez que el ciudadano que optó por la abstención marca una respuesta clara y dura en solemnidad para con los actores políticos criollos. Ciudadano que en el caso se mantiene indignado y que en tal latencia no participa en el juego político del vote Por mí, porque el mismo no satisface las expectativas de un 60% de las chilenas y chilenos. Trátase de una respuesta demoledora fruto de que la paciencia electoral está en el tris del agotamiento en el día y hora actual.
No debemos olvidar que la política es acción y reacción desde su inicio griego. Y aunque no lo acepten los autodenominados “progresistas” las reacciones son siempre posteriores a las acciones. En esa ecuación “acción-reacción” se fueron sucediendo las escuelas políticas del mundo heleno en los balcanes, y luego en el resto del mundo hasta nuestros días. Sesenta es bastante más que cuarenta… ¿Cree usted que si de 10 estudiantes hay 6 que no votan, y por ende, tan sólo 4 lo hacen, aquella elección es plenamente representativa? ¿O, no lo es?…

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