¿Aló, Eli?

/ 18 de Abril de 2011

Conozco a dos Elianas, más conocidas como Eli, y la verdad es que teniendo vidas diametralmente opuestas tienen algo gigantesco en común. Algo que se lleva en el alma. Ambas son agradecidas de la vida. Aprendieron a gozar el diario vivir a plenitud y su actitud hacia todo y todos es “rico buena onda”. Envidiable. A la primera, Eli de Caso, la conocí cuando la contacté para un Seminario en Irade, cuando  estaba en la cima de la popularidad con su programa Aló Eli. La segunda es una nana que yo adoro y viene los fines de semana a mi casa a deleitarnos con  su buena mano de chef y su extraordinario sentido de tomar la vida. Puede estar lloviendo a cántaros, haber quebrado las varillas de su paraguas y llegar como “pitío”, pero la Eli comienza a hacer sus quehaceres cantando. Puede andar con cerros de problemas, pero no deja jamás de cantar boleros. El día que ella no cante, simplemente no va a ser la Eli sonriente que me alegra los sábado y domingo. Le he preguntado muchas veces cuál es su secreto. Me contesta siempre lo mismo: “hay que echarse las penas en la espalda y tirar para arriba, no queda otra”. De verdad, he aprendido muchísimo de la sencillez de esta Eli que vive en Boca Sur, toma dos taxibuses para llegar a mi casa y nunca ha perdido la sonrisa, la fe ni la paciencia.
La otra Eli, la “de Caso”, llegó a Concepción y fue la reina de ese Encuentro al que asisten sólo mujeres. Creo que nos cambió el “chip” a todas las que tuvimos la suerte de compartir algunas horas con ella.
Su sentido del humor y su forma de pararse  frente a los escollos y de enfrentar los problemas iba más allá de su “qué rico buena onda”. Su charla fue una clase magistral de psicología positiva.
Chiquillas, decía, empiecen el día agradeciendo estar vivas. Luego, al mirarse el espejo encuéntrense “caballas” porque no  hay mujeres feas, sino descuidadas, que es muy distinto. Sientan que cada una es una princesa  y que la belleza consiste simplemente en creerse el cuento. También subrayó que “hay que regalarse tiempo para uno, tener un rinconcito propio, leer buenos libros, premiarse, auto gratificarse y pensar que si hay perseverancia y tesón todo se puede lograr”.
Esos son los postulados de la psicología positiva, cuyo mentor es el norteamericano Martin Seligman. Sus teorías motivan al ser humano para estructurar vías de modo de hacer la vida más placentera y optimista. Seligman sostiene que es posible construir y diseñar la felicidad aprendiendo de nuestros errores y trabajando la auto aprobación y las gratificaciones hacia uno mismo. Debemos amarnos y perdonarnos en pos de un sentido vital de existencia. Traer pensamientos positivos a la mente desencadena un mejor estado de ánimo, cantar, bailar, caminar, regalarse algo que deseábamos hace tiempo, aprender a reírnos de nosotros mismos y cultivar el sentido del humor son algunos de sus consejos sencillos y prácticos. Y, obviamente, hacer terapia con un psicólogo que trabaje con estas premisas y que, al entrar a su consulta nos  reciba con un: ”¡Qué rico buena onda que hoy tengamos sesión!” ¿Cuántos momentos de felicidad has construido desde la última vez que nos vimos?

O’Higgins 680, 4° piso, Oficina 401, Concepción, Región del Biobío, Chile.
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