Nuestros políticos y nuestras políticas de carne y hueso lo están.
Ciegos, porque miran y no ven los grandes, medianos y pequeños problemas reales de nuestro pueblo, las necesidades, desde las más sentidas y acuciosas, atravesando todo el espectro de las mismas, dejando a chilenas y chilenos en el total abandono y desamparo, mientras ellas y ellos a la sombra de sus sobrexageradas dietas y remuneraciones viven en otro planeta, sobresaturado de comodidades y confort que los ciudadanos comunes y corrientes estamos muy lejos de lograr con las herramientas de nuestras eventuales labores y permanente honestidad.
Sordos, dado que no escuchan lo que a gritos la población les solicita reiteradamente en beneficio de la comunidad y sus familias. Así, es frecuente observar las reiteradas alegorías de encuestas y mediciones en las cuales siempre se constituyen en los peor evaluados por la ciudadanía que dicen representar. Efectivamente, en todos y cada uno de los sondeos la voz del alma nacional los rechaza, a todos, sin importar izquierdas y derechas, oficialismos u oposición. Sordera total que con absoluto hacen suya como inmoral arma de presión, soslayando lo que la sociedad humana chilena reprueba en el día a día.
Mudos, porque sus palabras no representan de manera alguna lo que las familias chilenas quieren con urgencia oír. Sus temas son profundamente demagógicos, constituyéndose en auténticas entelequias. Verbi gratia: “agenda corta”, “agenda larga”, “tema país”, “aristas”, y los famosos “Chile piensa”, “Chile cree”, “Chile está convencido”. ¡Demagogia pura!
Ciegos, sordos y mudos, alejados de las necesidades reales de los hombres y mujeres que habitan esta larga franja de tierra. El cuestionario no es tan largo ¿Hay justicia en nuestro país? ¿Los chilenos tienen asegurada su salud? Incluyendo dietas y remuneraciones de políticos ¿reina la equidad en la distribución del ingreso? Sin embargo, cuáles son los grandes temas políticos que en el día a día sustraen la atención de chilenas y chilenos.
Todos y cada uno, más bien vinculados a las teorías de las sinvergüenzuras y siniestritudes desde el propio palacio presidencial – leáse Dávalos y Compagnon- para abajo, y para todos los lados, ilimitadamente, adentrándose en el reino de los “pitutos” y otras perversidades, en que alejándose de la vieja y sabia máxima de “pastelero a tus pasteles”, han ido destrozando a este país.
Atendiendo al periodo estival, y mirando nuestra embarcación, podemos decir que el timón de proa le ha quedado grande a quien pretende conducirlo, lo que a la vista de los demás pasajeros mantiene a estos ciegos, sordos y mudos.