De California a Tocopilla

/ 28 de Agosto de 2014

Col-riosPor Mario Ríos Santander.

 

Hollywood es un sueño dorado de millones de personas. Centenares de estaciones de televisión glorifican a sus astros. Muestran sus mansiones, sus autos deportivos, sus mujeres, hombres guapos, la mayor diversidad de jet privados, en fin, la riqueza en su esplendor. También la vanidad y, por cierto, el poder que entrega un rostro cuando se transforma en una imagen planetaria. Su lema, escrito en la heráldica de su gobierno y en los muros institucionales, lo dice todo: “Pueblo afortunado en un lugar afortunado”.
Recuerdo hace ya algunas décadas que un elegante chofer conducía un Mercury blanco en su exterior, rojo sus asientos. Recién había descendido de un vuelo de American procedente de Nueva York. El auto rodó por Sunset, vía principal repleta de cafés y restaurantes visitados por las estrellas de cine, comercio elegante. Luego viró por otra avenida, y en Beverly Hills se detuvo frente a una casa envuelta en una vegetación abrumadora. El portón automático se abrió e ingresamos. Observé que se abría una puerta lateral y surgía la figura de mi anfitriona, Lupita Ferrer. Menuda, bellísima, vestía pantalones de seda. Se animó comentándome que estaríamos esa tarde con Anthony  Quinn, su coestrella en el filme Los hijos de Sánchez, dirigida por su marido, Hall Bartlett y Paul Mazurski, afamado director de cine. Para el domingo siguiente se preparaba el estreno en que Lupita Ferrer saltaba al cine de Hollywood. Asistiría Evelyn Carter, esposa del Presidente de EE.UU. Mis tres días viviendo la locura de Hollywood y alojando en casa de la actriz principal fueron sin duda muy especiales. Me confesó que ganaría un millón de dólares y me animaba a rodar La Quintrala, en que ella, naturalmente, sería la estrella principal, continuando de esta forma el éxito latinoamericano que había iniciado Doña Flor y sus dos maridos, con la sensual Sonia Braga, como diva indiscutida y en esos días, Los hijos de Sánchez.
La prensa anunció recientemente que la actriz Sandra Bullock era la actriz mejor pagada de Hollywood. Por ella habían cancelado 53 millones de dólares. En la sección deporte, la imagen de Alexis Sánchez arremetiendo por el Arsenal. Su contrató fue de 57 millones de dólares, cuatro más que la estrella de cine. ¿Qué había ocurrido? ¿Acaso era más importante repletar estadio y no salas de cine? Lo que sea, pero nuestros futbolistas superaban a esa conspicuas estrellas. ¿Lo habríamos imaginado años atrás? Jamás. Y la lista de nombres sigue, Arturo Vidal es “tasado” en 62 millones. Medel, 25 millones, supera a Michel Douglas y cientos de otros. Trasladamos Hollywood  a Tocopilla o a un modesto barrio de la capital. La estrella supera cualquier desborde social. Más aún, permite que miles sueñen con igual triunfo. Pero acá en Chile si un empresario gana esa cifra lo sacrifican, a una estrella del fútbol no.
Lo anterior es el mejor ejemplo para este mundo que resolvió cambiar todo. Las naciones emergentes comienzan a tener sus propias estrellas que superan a las consagradas. Claro, Alexis gana más porque son miles de millones de personas las que lo ven. Los estadios, ya lo decimos, superaron a las salas de cine. Y aquel recuerdo de Hollywood, con Lupita Ferrer, exitosa y radiante, se ha transformado en un recuerdo, más bien modesto, superado por todo y por todos.

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