Donación altruista de sangre: un desafío cultural

/ 14 de Abril de 2009

col-uss-jaimesepulvedaEn las últimas semanas hemos sido informados por los medios de comunicación, en forma inquietante, acerca de problemas relacionados con la transfusión de sangre.
La sangre es un tejido vivo, indispensable en la terapia de múltiples patologías agudas y crónicas, irreemplazable en cualidades terapéuticas y, lamentablemente, no es fabricable. Por otro lado, tratándose de un producto proveniente de otra persona, conlleva la posibilidad de transmitir enfermedades.
Esto nos lleva a cuestionarnos sobre el papel que jugamos todos en contar con una cantidad suficiente de sangre y que ésta no sea una vía de contagio de enfermedades infecciosas. La respuesta es absolutamente clara: donantes seguros, comprometidos, voluntarios, altruistas y a repetición.
Anualmente,  se recogen  en todo el mundo  más de 75 millones  de unidades de sangre. Sin embargo, la demanda  diaria aumenta y nos lleva a límites muy difíciles de alcanzar si no modificamos y desarrollamos políticas específicas. En esta situación se encuentra nuestro país, donde no existe la cultura de la donación.
Para quienes trabajamos en salud, la transfusión de sangre o de sus derivados se ha convertido en una parte imprescindible. El incremento de los accidentes, la creación de unidades de medicina intensiva, y las imperiosas necesidades de algunos enfermos que antes eran considerados irrecuperables son algunos de los elementos que han provocado esta demanda creciente de sangre y sus componentes.
Para poder atender las necesidades de las miles de personas que requieren una transfusión se precisa de un gran número de donantes diarios, cifra que en la Región del Bío Bío alcanza a 180 personas. De allí la necesidad de asumir  esta tarea  como un desafío  de la sociedad chilena. Un ejemplo exitoso es el Servicio de Salud Concepción, donde su Centro de Sangre destaca al  alcanzar en el último año un 44% de donantes altruistas, superando la media nacional  de 12%.
Pero además de la cantidad, la calidad es una condición primordial. Para asegurar ello es fundamental disponer de donantes de sangre voluntarios que se mantengan en  el tiempo, pues  al mirar a modo de ejemplo la  incidencia de VIH en Chile,  que es de 4 por 10.000 donantes, y al compararlo con la de Inglaterra, con 100% de donación voluntaria altruista y 85% de donantes regulares, ésta se reduce a  5 en 1.000.000 de  donantes no regulares, y a  1 en 1.000.000 en donantes regulares. La alta incidencia de VHB (virus hepatitis B), de 2 por 10.000 donantes comprueba lo anterior, en orden a dejar establecido  que en nuestro país debemos dar un giro y desarrollar  una cultura y enseñanza que favorezca la donación altruista.
Todo esto nos obliga  a asumir un papel fundamental, actuando  responsablemente desde nuestra posición, en especial  en el ámbito de la formación universitaria, como agentes multiplicadores y difusores del llamado a promover esta  nueva cultura de la donación. Vale la pena entonces tener presente los principios rectores que guían la donación de sangre: anonimato del donante, altruista, voluntario, responsable y sin fines de lucro.
Este proceso, que además da respuesta a una necesidad que debe ser entendida como permanente, nos permite crecer como sociedad, dar gracias a Dios por el don de la vida y por lo que tenemos, e ir más allá de las emergencias y desastres, asumiendo que la sangre sólo la producen las personas y somos nosotros los que podemos donarla altruistamente, regalando una Navidad más, un cumpleaños más, una esperanza más.
Jaime Sepúlveda Cisternas
Médico Cirujano, Universidad de Concepción
Máster en Gestión y Administración de Servicios Sanitarios, Universidad de Bolonia, Italia
Decano Medicina y Enfermería Universidad San Sebastián.

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