DOS AÑOS DEL AUC: EL TRABAJO, LOS MITOS Y LOS AVANCES PENDIENTES

/ 20 de Noviembre de 2017

En octubre de 2015 se realizó el primer Acuerdo de Unión Civil (AUC) en el país. Una posibilidad que implicó una nueva institución a nivel nacional, y que fue creada en primera instancia como vía de estabilidad para las parejas del mismo sexo que hasta ese entonces no tenían alternativa para fijar su futuro ni oficializar su relación. No obstante, en su segundo cumpleaños, el AUC entregó sorpresas: la mayoría de los acuerdos son realizados por parejas heterosexuales, que vieron allí una posibilidad con las mismas ventajas, pero sin tanto peso como el matrimonio, y aún existe un enorme desconocimiento, e incluso mitos, en torno a la figura del conviviente civil. En este reportaje conocemos en detalle sus alcances y todo lo que queda por resolver, tanto en lo social como en lo legal, en una sociedad chilena más tradicional y conservadora de lo que creemos.

Por Rayen Faúndez.

 

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Mario y Valeska llevan el mismo anillo en el anular izquierdo que ostentan quienes contraen matrimonio, aunque ellos optaron por una institución distinta: el Acuerdo de Unión Civil.
Mario Roa Méndez (29) y Valeska Acosta Gutiérrez (29) contrajeron el Acuerdo de Unión Civil (AUC) el martes 11 de julio de este año. Llevaban cuatro años viviendo juntos y, tras algunas conversaciones, él decidió acudir al Registro Civil a hacer las consultas pertinentes un día viernes. “Me dijeron que era fácil, rápido y que había una hora cercana”, relató. Así es que la tomó y, a los cuatro días, ya pasaban de ser pololos a convivientes civiles, el nuevo estado que se introdujo a la institucionalidad chilena desde octubre de 2015, cuando el AUC inició concretamente, luego de su promulgación como ley de la República, seis meses antes.
Mario y Valeska llevan algo más de cuatro meses unidos, y aunque la ley tiene dos años de vigencia, ya tropezaron con la institucionalidad. Piedritas en el zapato que les han obligado a explicar, una y otra vez, de qué se trata su estado civil, e incluso cuando hacen trámites en solitario, sorprender a funcionarios y asistentes al aclarar que no son homosexuales. Todo por iniciar y averiguar, apenas se unieron, diversos trámites en pos de un proyecto futuro conjunto.
Sin ir más lejos, en el trabajo de Valeska no sabían demasiado qué implicaba el AUC, ni tampoco que contaba con los cinco días de permiso, al igual que si se hubiera casado, lo que entró en vigencia desde el 8 de noviembre con una modificación al artículo 207 bis de Código del Trabajo. Lo informó a su jefa, y aunque requirió de consultas, investigaciones y aprendizajes, rápidamente se incorporó la nueva norma dentro de los protocolos. Junto con ello, y otras ventajas, muchas de sus colegas comenzaron a considerar la posibilidad de contraer el AUC, e incluso tomaron la decisión.
Mario y Valeska son una de las 997 parejas que han contraído el AUC en la Región del Biobío, desde su instauración en 2015 y hasta el 2 de noviembre pasado, según los datos del Servicio de Registro Civil e Identificación. Y también son una de las 821 parejas heterosexuales que han decidido firmar por esta unión, lo que representa el 82,3 % de éstas.
Aquella fue una de las grandes sorpresas que entregó el AUC a dos años de su concreción, cuando todavía en la retina de muchos está la figura de esta opción como un acto válido sólo para parejas del mismo sexo. Más aún cuando se conoció que la mayoría de las disoluciones ocurría por matrimonio, una de las causales de término del contrato. Los matrimonios, por cierto, siguen liderando como la principal alternativa de unión, aunque sólo disponible para heterosexuales.
Dos años que, si bien no es demasiado tiempo, sí se encargaron de develar a la sociedad chilena: una sociedad temerosa de los cambios, sobre todo si implican la sexualidad, tema del que huye y que, para muchos, no es tan importante. Una sociedad conservadora, que respeta sus instituciones y se apega a lo tradicional, pero que también busca nuevas opciones y formas de adquirir sus derechos, haciendo uso de esos beneficios. Una sociedad que sorprende y que no pretende dejar de hacerlo.
 

Más allá del mito

Cristián San Martín Carrasco, director del Servicio de Registro Civil e Identificación en el Biobío, vivió todo el proceso de instauración del AUC, desde su extensa y polémica discusión en el Congreso, hasta su promulgación e implementación en las oficinas de la zona. Una tarea que no fue fácil, pero que a dos años califica como exitosa.
“Para nosotros como servicio fue un tema complejo pero lo abordamos con los funcionarios, explicando en qué consistía la institución, a quién iba dirigida, y haciendo hincapié en que nuestra institución realizaba una función pública. Tampoco fue fácil para ellos, porque muchas personas son religiosas y no ven con buenos ojos algo que no sea el matrimonio, o no ven con buenos ojos la unión de personas del mismo sexo. Finalmente somos reflejo de la sociedad chilena, pero todos se dieron cuenta de que la función que se realiza es importante. Así es que no hemos tenido ningún problema”, relató.
Las cifras que dan cuenta de los dos años de éxito del AUC, revelan que un total de 14.339 acuerdos se celebraron en el país al 30 de septiembre de este año, donde la zona, con 963 contratos a la misma fecha, alcanzaba el 6,7 % del total nacional. De aquellos acuerdos locales, la mayoría fue realizada por parejas heterosexuales, y sólo 172 por parejas del mismo sexo, donde en 95 casos firmaron hombres y en 77 mujeres. La provincia de Concepción fue la que más acuerdos concentró, con 609 del total, y la provincia de Arauco la que menos experimentó en los dos años, con 29 contratos, donde sólo cinco fueron realizados por parejas homosexuales.

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Vicente y Esteban fueron la primera pareja que firmó el AUC en Chile, el 22 de octubre, a las 8,30 de la mañana.
Los matrimonios, por cierto, se mantuvieron por lo alto con 5.198 ceremonias realizadas sólo durante 2017 y un total de 20.921 desde 2015 hasta ahora. Así, los AUC no representan ni el 5 % del total de matrimonios realizados en el Biobío.
Con esto, muchos mitos se rompieron. Para San Martín también fue una sorpresa, pues tras el camino recorrido, reflexiona que “creíamos que iba a ser la herramienta y alternativa para personas de igual sexo, que iba a ser aprovechada por ellos, y la ley se planteaba de esa forma cuando se discutía en el Congreso. Pero nos dimos cuenta que sólo un diez por ciento de quienes acuden al AUC son parejas del mismo sexo, un fenómeno interesante”.
De este modo, agregó, “hay parejas homosexuales que aprovecharon la oportunidad, pero hay también un grupo importante de personas que no se quiere casar ni civil ni religiosamente por diversas razones, que tiene una relación estable y se da cuenta que esa relación sin ropaje jurídico provoca inseguridades e inestabilidad. Es súper importante, pues da una salida a un grupo no menor de personas que estaban en el aire, ya sea del mismo sexo o de sexo distinto”.
 

El gran pendiente

Esteban Guzmán Rioseco (24), estudiante de Periodismo de la Universidad Católica de la Santísima Concepción y actual dirigente regional del Movimiento de Integración y Liberación Homosexual, Movilh, contrajo el Acuerdo de Unión Civil el 22 de octubre de 2015, a las 8.30 horas, con Vicente Medel Salazar (24), estudiante de Comunicación Audiovisual de la Universidad Santo Tomás.
Con sólo 22 años, fueron la primera pareja en el país en declararse como convivientes civiles, recibiendo la libreta azul con la palma chilena estampada, en una ceremonia realizada en la Gobernación de Concepción, la que luego ampliaron con sus familias y amigos. Una demostración de consecuencia que se ha mantenido por dos años y que los tiene hoy disfrutando de su proyecto común y de su independencia como pareja, o como “unidos”, forma en que suelen llamarles sus cercanos.
El AUC les enorgullece. “Es resguardar la convivencia de dos personas con un proyecto de vida común”, dijo Esteban, lo que se puede ver en diferentes aspectos. Entre ellos, la posibilidad de postular a subsidios habitacionales y diferentes beneficios estatales, acceder a créditos de entidades financieras aunando rentas, heredar bienes, reclamar indemnizaciones, transformarse en carga en el sistema nacional de salud (siempre y cuando uno de los dos firmantes del acuerdo viva a expensas del otro), obtener descansos legales al momento de contraer el acuerdo y, en definitiva, crear lazos de parentesco directo con el conviviente civil y su familia.

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Cristián San Martín Carrasco, director del Servicio de Registro Civil e Identificación en el Biobío.
Aquello ayudó a resolver uno de los aspectos más dolorosos de las familias homoparentales, o las parejas heterosexuales cuyas relaciones no eran aprobadas por sus cercanos: visitar y ayudar a sus compañeros enfermos u hospitalizados o, simplemente, darles una sepultura digna en caso de su fallecimiento.
Pero saben también de sus falencias, respecto de algunas bonificaciones estatales y, sobre todo, en la posibilidad de adoptar. “Fue una traba en la discusión para impedir la adopción por parte de parejas del mismo sexo. Pero eso perjudicó también a las familias heterosexuales que deciden realizar el AUC y que por algún motivo no pueden concebir hijos”.
Lo mismo en materia de filiación, es decir, cuando en la familia hay un hijo sólo de uno de los convivientes civiles y se debe regular la custodia en caso de fallecimiento del padre o madre. En ese caso, el conviviente civil sobreviviente tiene la misma preferencia que los parientes sanguíneos para el cuidado personal del infante, y es el tribunal de Familia el que definirá a quién entregar su cuidado personal. En el caso de relaciones heterosexuales, se presumirá hijo del conviviente varón los nacidos después de 180 días siguientes de la celebración del AUC y los 300 días posteriores a su terminación, por lo que la presunción de paternidad es algo más sencilla y posible.
Hasta ahora, afirma la pareja, no han sufrido discriminaciones ni problemas en ninguna institución. Al contrario, recordó Vicente, recibieron mucho cariño de personas que ni siquiera conocían, felicitándoles por su valentía y arrojo e, incluso, tomándolos como ejemplo para dar el gran paso. Quizás, afirma él, aún no han chocado con la institucionalidad porque la prioridad, por ahora, es completar cada uno sus carreras para luego iniciar los trámites que estabilicen su relación hacia el futuro, en una casa, o créditos bancarios.  Pero quienes iniciaron ya ese camino, se dan con una puerta en la frente, como Mario y Valeska.
 

Soltero en todos lados

Cuando Mario acudió a una entrevista de trabajo, poco después de contraer el AUC, no pudo considerar su estado civil. El formulario que le pidieron llenar sólo contaba con dos opciones, casado o soltero, por lo que tuvo que inclinarse por la última, ya que legalmente no está casado. Gajes de ese tipo le han ocurrido también en casas comerciales y otras instituciones.
Uno de los episodios más divertidos le ocurrió en una tienda del retail, donde decidió obtener una tarjeta de crédito. Le preguntaron su estado civil, y él contestó que había contraído el AUC. Cuando requirieron el nombre de su pareja, y él mencionó a una mujer, la persona que le atendía estalló en risa. Mario no entendía por qué, pero avergonzada, la persona le explicó que pensó de inmediato que era homosexual.
“En algunos sitios aún no está considerada la unión civil como alternativa, o como posibilidad para parejas heterosexuales. Nos pasó cuando quisimos hacer el traspaso del auto a nombre de Mario, donde nos quedaron mirando con extrañeza. Nadie tiene mucha información de lo que es el AUC”, manifestó Valeska.
Asimismo, dice Mario, hay visiones encontradas, entre personas que consideran el AUC como un hecho muy importante en sus vidas, e incluso les recriminaron por realizar el acuerdo sin previo aviso; otras que le bajan el perfil y lo miran peyorativamente, diciendo que es “un pololeo con firma”; y unas últimas que los instan a casarse, y que no entienden su decisión existiendo el matrimonio.
Finalmente, enfatiza Mario, todo se transforma en una constante de explicaciones y aclaraciones que a ellos no les corresponden. “Esto debe ser como un acuerdo más, con suficiente información en las instituciones, porque es una lata tener que explicar en todos lados qué es el AUC. Además, quisiera que esto se deje de englobar dentro de la homosexualidad y lo dejen de clasificar, porque al final sigues discriminando”, concluyó.
 

El Chile revelado 

Todo esto tiene que ver con el dibujo de la sociedad chilena de los últimos años. Así al menos lo plantea el sociólogo y Magíster en Política y Gobierno, Esaú Figueroa, quien con vasta experiencia en temáticas de género, hace una lectura de la última década chilena, frente a la institucionalidad, sus tradiciones y el hito del AUC.

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Esaú Figueroa, sociólogo.
“El AUC responde a una necesidad social, y es llamativo porque la mayoría de las parejas son heterosexuales, lo que marca un distanciamiento notorio entre la sociedad chilena y el matrimonio. A la sociedad chilena, en los últimos diez o quince años, le cuesta mucho más concretar el matrimonio.Es una institución importante, pero no calza con sus expectativas, haciéndose llamativo el AUC, ya que distancia a las personas de este compromiso tradicional y pesado”, dijo.
Por otro lado, continuó,  “para las parejas homosexuales esto es una necesidad, y una contestación a una deuda institución con el mundo LGTBI. Aun así, no es un contexto de pleno derecho, porque el heterosexual hace uso del AUC en función de una elección, en tanto que para el homosexual, ésta es la única opción que tiene, lo que le queda”.
Una realidad compleja que da cuenta de una sociedad en transformación, pero que sigue manteniendo elementos tradicionales. “Se hablan de esposo y esposa, pues las personas se apropian de esos elementos”, ejemplificó el sociólogo. Así, al AUC se le aplican simbolismos típicos del matrimonio, como la realización de ceremonias y banquetes, instaurando el AUC como un símil del matrimonio, incluso a nivel comercial y en el vocabulario común; o incorporando el porte de anillos como símbolo de la unión, argolla que Esteban, Vicente, Mario y Valeska llevan en sus anulares izquierdos con orgullo.
Aunque eso, clarificó, es sólo en materia simbólica, pues jurídicamente aún no se trata de lo mismo, y es ahí donde se produce la lucha: una instauración simbólica de la norma en la sociedad bajo estándares tradicionales, versus lo que está en la ley, que no tiene tales cualidades.
 

Lo que viene

Por eso, plantea el sociólogo, es probable que el AUC sea cada vez más normado y se fortalezca con el paso del tiempo, siendo más requerido y más legitimado por la población. Incluso, manifestó, va en vías de homologarse casi completamente con la figura del matrimonio, específicamente en materia de derechos y beneficios, pero sin presentarse como una instancia opresora, como se le considera por parte de muchas personas en la actualidad.
Ahora, dijo, “queda por ver cómo procederá esto frente al matrimonio igualitario”, y también, cómo se resuelven algunos aspectos fundamentales, como lo es la adopción de hijos. Para ello, sostuvo, es importante avanzar en materia de educación, ahondar en el tema de la discriminación y violencia homofóbica, y “dejar los pánicos morales de lado”.
“Que no estemos preparados no es una excusa para frenar cambios. Que la sociedad no está preparada es un argumento para todo tipo de cambios, como lo fue en Estados Unidos con la incorporación de los afroamericanos a todos los espacios públicos, o lo que ocurrió aquí en Chile con el divorcio. Hay un pánico moral, pero las cifras prueban que no es más que sólo pánico”, dijo.
“Pretendemos como Movilh que, en un plazo de dos años, podamos tener la plena igualdad legal”, afirmó Esteban al respecto. Ya hay un avance por parte del Gobierno, que el 28 de agosto ingresó el proyecto de Matrimonio Igualitario al Congreso, contemplando la adopción homoparental. Además, recordó Esteban, existe un acuerdo internacional, firmado por Michelle Bachelet, el cual se selló con el Movilh ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIHD), con el fin de promover y asegurar el matrimonio igualitario.
Para él, Chile está preparado hace mucho tiempo para asumir tal desafío.
 

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