Dudas y errores en el caso: Cómo murió Viviana Haeger

/ 9 de Diciembre de 2015

En septiembre del 2012, Revista Nos fue el primer medio de comunicación que reveló los detalles, pruebas e irregularidades de la investigación que hacían pensar que la muerte de Viviana Haeger no había sido un suicidio. Hoy, cuando se conoce la presunta participación de Jaime Anguita, su marido, en el crimen de la contadora de Puerto Varas, le invitamos a recordar esta historia.

Suicidio o asesinato. Dos tesis que se contraponen en este hecho policial que alteró la tranquila vida de los residentes del Parque Stocker, en Puerto Varas, y que tiene al esposo y a la familia de la víctima divididas por sospechas en torno a la causa de muerte de la contadora auditora de 42 años. Los errores en la investigación y los contradictorios informes de los exámenes tanatológicos a los que fue sometido el cadáver -hallado tras 42 días en una buhardilla de su propio hogar- enredan todavía más esta enmarañada madeja. Un informe final que el fiscal que indaga la causa solicitó al SML podría tener la última palabra. Eso al menos esperan los cercanos de Viviana Haeger.

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Autopsias con resultados contrapuestas, 6 policías sancionados, la muerte de un cercano, historias contradictorias, errores de procedimiento, evidencia extraviada, una exhumación y detalles de una supuesta vida sexual insatisfecha de la víctima, que explicaría la tesis del suicidio que levantó la PDI son sólo algunos de los elementos de esta historia que tiene de cabeza a los investigadores en Puerto Varas y sumida en la angustia a una familia que a dos años de la muerte de la contadora auditora Viviana Haeger Masse desconoce qué motivó o quiénes estuvieron tras su deceso. Cuarenta y dos días estuvo desaparecida esta mujer de 42 años, hasta que fue encontrada en una buhardilla de su propia casa que no aparecía en los planos y que un funcionario de la PDI aseguró haber revisado “sin hallar rastros”. No hay seguridad de que su cuerpo estuvo todo ese tiempo en aquél minúsculo espacio del segundo piso, sobre todo tras conocerse un segundo examen tanatológico que, a diferencia del primero realizado en el Servicio Médico Legal de Temuco, no descarta la intervención de terceros y repara en detalles vitales para la indagatoria, como que sus muñecas estuvieron atadas con un elemento que luego fue retirado y un supuesto golpe en la cabeza. Elementos que no advirtió el primer análisis forense según el cual el cuerpo de Viviana Haeger “no presentaba indicios atribuibles a la acción de terceras personas y que su muerte se produjo por la ingesta del producto herbicida encontrado en la misma propiedad”. Quisimos juntar las piezas de este puzzle a través de estudios de documentos investigativos y de conversaciones con el marido de Viviana Haeger, Jaime Anguita; su abogado, Jorge Vásquez, y con Humberto Neumann, representante de la familia de la contadora, los Haeger Masse, quienes apuntan sus sospechas en contra del viudo. Paso a paso reconstruimos los últimos instantes de la víctima y de su familia, conocimos detalles de la investigación y los errores en su búsqueda y peritajes posteriores.

El día de la desaparición

La mañana del día 29 de junio del 2010 fue la última en que compartieron todos los integrantes de la familia Anguita Haeger. Qué fue lo que pasó después del desayuno y una vez que las hijas de Jaime y Viviana ingresaron a clases en el Colegio Alemán de Puerto Varas es un misterio que hasta hoy no tiene respuesta.
Para la Policía de Investigaciones esa mañana algo hizo “click” en María Viviana Haeger Masse y se rompió la rutina (no se abrieron las cortinas de la casa y la loza del desayuno no se lavó). Esa afirmación es ratificada por Jaime Anguita, según él, después de escuchar las conversaciones de los detectives que en más de una oportunidad analizaron el lugar donde fue encontrada muerta la contadora auditora y las pertenencias que se hallaron en el dormitorio matrimonial. Para la policía civil, él también rompió su rutina aquel día. A las 7:48 AM llamó a su esposa, lo que nunca hacía después de salir de la casa. La conversación duró menos de un minuto.
Jaime Anguita ese día no le dio importancia a un llamado telefónico que recibió desde un teléfono celular (96795730), que corresponde a un centro de llamados ubicado en el centro de Puerto Montt, en calle Antonio Varas 953. La llamada se realizó a las 13:36 horas y duró 19 segundos, antes que el esposo de Viviana Haeger cortara. En la querella que presentó el día 7 de julio, su abogado, Jorge Vásquez, en el punto 5 del escrito indica que su representado “cortó la comunicación por cuanto se le vino a la memoria la serie de llamadas absurdas que se conocen por los medios de comunicación y que luego de un mensaje alarmista solicitan el pago de alguna suma de dinero pretextando un accidente, un concurso u otro”. Jaime Anguita nunca se comunicó con su esposa para saber si realmente le pasaba algo, pese a que alcanzó a escuchar que le dijeron: “Si quieres volver a ver a tu mujer con vida…..”
Para el abogado querellante, Humberto Neumann, la actitud del esposo de una mujer que podía estar secuestrada es al menos extraña. “Nadie no llama a su esposa si recibe una comunicación de esa naturaleza”, advierte. Y entrega datos que descartarían la intención de Viviana Haeger de quitarse la vida. Ese día se arregló porque saldría de la casa. Esa afirmación se respalda con el flujo de llamadas de su celular. A las 8:36 horas llamó al Colegio Alemán (duración de la llamada: 1 minuto 14 segundos); luego, a las 9:27, a un estudio fotográfico (duración de la llamada, 2 minutos 6 segundos), y a las 9:50 llamó a una empresa de limpieza de estufas de combustión lenta. Además, conversó en dos oportunidades con una de sus mejores amigas, Emy Guzmán Palacios. Hablaron por celular a las 9:37 horas (12 minutos 39 segundos) y luego recibió una llamada de la misma amiga en el teléfono de red fija a las 10:07 (conversaron 2 minutos 51 segundos).
Pasadas las 14 horas de ese mismo día, Jaime Anguita salió del banco BBVA, ubicado en el centro de Puerto Montt, y al subir a su vehículo recibió una llamada de su hija mayor, Vivian Marlen (de entonces 14 años), quien le dice que se irá caminado a la casa porque su mamá no llegó a buscarla. Anguita se preocupa, pues la distancia desde el colegio a la casa es de más de un kilómetro, en una zona poco transitada, y se dirige a Puerto Varas. Posteriormente desde el teléfono fijo de la casa la niña le cuenta a su padre que “la mami no está”, que sobre la cama matrimonial están todos los documentos y cosas de la cartera de ella y que ésta está vacía.
Anguita dice que piensa y relaciona esta llamada de su hija con la que más temprano recibió con la amenaza. En el trayecto por la Ruta 5 Sur da cuenta de lo que está pasando a carabineros de la Tenencia Carreteras y luego en Puerto Varas, camino a su casa en el Parque Stocker, pasa al cuartel de la PDI. Al arribar al domicilio (parcela 16), junto a su hija está su cuñada, Mónica Haeger, y su cónyuge Francisco Huenchuñir. Él les había avisado telefónicamente que algo pasaba (viven en la parcela de al lado). Carabineros también está en el lugar.

La búsqueda

Al asociar la amenaza y el desorden que existía en la pieza matrimonial, donde incluso en un primer momento se indicó que faltaba dinero, algunas especies (cámara filmadora y joyas) y documentos personales de Viviana, la investigación se inició por el delito de secuestro. Como fiscal a cargo del caso quedó el abogado Nider Orrego, de Puerto Varas.
La Policía de Investigaciones conformó un equipo multidisciplinario y especialistas provenientes de Santiago (incluso un detective experto en negociaciones) arribaron a Puerto Varas con equipos para grabar y rastrear llamadas. Durante 15 días la PDI estuvo en la casa de Viviana Haeger, pero en ese tiempo y después de que se fueron del lugar, a solicitud del abogado de Jaime Anguita (argumentó que la familia no estaba tranquila con la presencia de los funcionarios en el lugar), nunca nadie llamó para pedir dinero o dar pistas del secuestro. Para la policía el caso ya al segundo día era extraño, porque los secuestradores se comunican, ya que quieren algo a cambio y aquí nadie pedía nada.
Paralelamente, mientras se esperaba una llamada de contacto de los supuestos plagiadores, la PDI revisaba todas las cabañas en Puerto Varas y, especialmente, en la ruta hacia Ensenada, ante la posibilidad de que Viviana Haeger estuviera ahí forzada o por su propia voluntad. Desde el comienzo las hipótesis de investigación fueron diversas. Nada se descartaba. También se revisaban las listas de pasajeros de los hoteles de la zona. Nada se encontró.
A medida que transcurrían los días y no aparecían pistas, los rastreos por distintos lugares se intensificaron, incluso con la ayuda de amigos y personas que espontáneamente se sumaron a la búsqueda. Ahora cabía la posibilidad de que Viviana estuviera muerta y se comenzaron a revisar algunas zonas del lago Llanquihue, cauces de ríos, bosques y zonas aisladas, pero a las cuales se podía arribar por tierra o en bote.
La policía no sólo buscaba a una persona viva o muerta, sino que también un elemento que para la investigación resulta vital hasta hoy. El teléfono celular de Viviana nunca apareció. Un día, casi 200 personas, entre soldados del Regimiento Sangra y detectives de Puerto Montt y Puerto Varas, recorrieron casi 5 kilómetros a la redonda desde el cerro Philippi de Puerto Varas (en ese lugar está la antena de la compañía que le proveía el servicio a Viviana). Se revisaron casas, cabañas y galpones sin ningún resultado.

El error que marcó a la PDI

Mientras la familia de Viviana Haeger pegaba carteles con su fotografía, con la leyenda desaparecida o secuestrada, y su esposo Jaime Anguita ofrecía públicamente una recompensa de 5 millones de pesos para quien aportara una pista que permitiera dar con su paradero, la PDI realizaba múltiples diligencias en distintas regiones del país para aclarar el caso. Al transcurrir los días y sin pistas, comenzaron las primeras críticas al actuar de la policía y a su incapacidad para desarrollar la investigación.
Pero fue en las primeras horas de iniciada la indagatoria que se cometió un error clave y que es la base principal de todo el caso: nadie revisó la buhardilla donde el cuerpo finalmente apareció 42 días después. “Se revisó, se lo doy firmado”, habría dicho un detective cuando tras cuatro días de investigación el jefe regional de la PDI preguntó si toda la casa había sido examinada. Al momento de desaparecer Viviana Haeger, el jefe regional estaba de vacaciones, las que suspendió ante el revuelo que adquirió el caso. Como jefe regional subrogante estaba el prefecto Juan Galleguillos, quien encabezó el equipo de investigación.
El detective que miró en la buhardilla reportó que no vio nada. Ese informe, el preliminar, se mantuvo sin variación. De hecho un policía de mayor grado lo respaldó cuando el jefe regional preguntó si todo se había revisado. Ese error marcó la investigación y a la PDI. En los planos de la casa no está detallado el lugar donde apareció el cuerpo y como la policía desconocía que existía un espacio que circundaba la casa en el segundo piso, nunca volvió a buscar donde el detective vio sólo el final del techo y la muralla.
En mayo de este año, 6 policías, entre éstos un prefecto, tres comisarios y dos detectives fueron sancionados por los errores cometidos en la investigación. Al prefecto Galleguillos el caso le costó la carrera. Fue llamado a retiro. Los otros 5 sancionados con la anotación en su hoja de vida y algunos con días de arresto dificultan su ascenso.

Descartando pistas

Hasta hoy Jaime Anguita y la familia de Viviana Haeger desconocen algunas diligencias que desarrolló la policía para aclarar el caso, las que involucraron exponer aspectos familiares e íntimos de la vida del matrimonio. Como no existían pistas claras de lo que podía estar pasando, se investigó todo. Se identificaron y localizaron amantes (de ambos); se indagó si el marido tenía tendencias homosexuales o si ella tenía carencias afectivas y sexuales, según declararon amigas de Viviana y se consigna en las diligencias policiales.
La policía incluso contactó a antiguas parejas de Jaime y Viviana para saber cómo eran ellos y qué tipo de relación afectiva habían construido. Parte de esa evidencia quedó registrada en la carpeta de investigación. No sirvió para aclarar el caso, pero sí ayudó para construir un perfil de ambos.
Psicólogos forenses se entrevistaron con Anguita en el cuartel de la PDI en Puerto Montt, le preguntaron sobre su vida y la de su esposa. De acuerdo con lo que ha trascendido en las conclusiones de esas entrevistas se indica que el marido es una persona fría, carente de expresiones afectivas, calculador y estructurado.
Tras analizar evidencia que estaba en el sitio del suceso y las declaraciones de amigas de Viviana, quienes indicaron públicamente y a la policía que ella no era feliz en su matrimonio, se desprende que la víctima no se sentía plena afectiva ni sexualmente. En el dormitorio se encontró un libro sobre sexo, otro sobre seducción y una película de una mujer que para huir del hombre que no amaba y con el cual la estaban obligando a casarse inventa un secuestro y huye. Todos estos elementos fueron usados por los detectives para comprender el caso y para fundamentar sus hipótesis investigativas.

Apareció el cuerpo

El 9 de agosto (al anochecer), para sorpresa de todos, Jaime Anguita llamó a la Policía de Investigaciones y les comunicó que siguiendo un mal olor había encontrado el cuerpo de su esposa en la buhardilla. El lugar donde estaba el cadáver era de difícil acceso. “Llegué a dos metros, vi su espalda, su ropa y luego llame la policía”, aseguró durante la entrevista.
Esa noche el sector residencial del Parque Stocker fue un caos. La madre de Viviana, Delia Masse, estaba en la casa de otra de sus hijas, que colinda con la vivienda donde apareció el cadáver. El lugar pronto se llenó de policías e incluso el fiscal regional de ese entonces, Alberto Ayala, y los fiscales de Puerto Varas estuvieron en la casa con Anguita y su abogado Jorge Vásquez. Conversaron en la cocina, mientras en el segundo piso la PDI realizó peritajes hasta cerca de las 4 de la madrugada del 10 de agosto.
Sobre lo que pasó antes que Anguita llamara a la policía civil se han dicho muchas cosas, pero lo único consignado en la carpeta de investigación es la declaración de un carabinero que reconoce haberle informado que al día siguiente ingresarían a la casa con perros adiestrados en detectar cadáveres. Los rastreos de la policía uniformada hasta antes de ese día se habían realizado en las inmediaciones de la propiedad. El marido de Viviana desmintió que esa conversación se hubiese dado en esos términos. Según él los carabineros lo invitaron para que observara una demostración de lo que podían hacer los perros. De hecho untaron un género con diamina, la molécula que produce la putrefacción, y le pidieron que lo escondiera en el bosque. Los perros no tardaron mucho tiempo en encontrar el señuelo.
Este hecho para la familia resulta importante aclarar. Algunos de los Haeger Masse creen que el cuerpo apareció debido al temor que sintió Anguita luego de conocer la habilidad de los dos perros que utilizaba carabineros.
Jaime Anguita dice que no quiso querellarse contra el policía para no abrir otro flanco de problemas, y porque su único objetivo era que se aclarara pronto el caso y le dijeran qué había pasado con su esposa. Además, entrega un dato. Los carabineros el día del hallazgo del cuerpo almorzaron con él en la casa, donde permanecieron cerca de 3 horas planificando lo que harían al otro día. Mientras eso ocurría dejaron los perros afuera. El marido de Viviana insiste en que han tratado de armar algo contra él a raíz de esa declaración, pero precisa que ese día los carabineros y tres días antes detectives que estuvieron por varias horas en el dormitorio tampoco sintieron olor. Él lo percibió un instante y pensando que se trataba de un cable o acrílico que se quemaba o de un ratón muerto ingresó a la buhardilla y encontró el cadáver de su esposa.

 La extraña posición del cadáver

Un informe de la Brigada de Homicidios de la Policía de Investigaciones, que está en la carpeta de investigación, señala que “el cuerpo yacía decúbito lateral izquierdo”. En la fotografía se observa que por sobre la cabeza tiene los brazos cruzados a la altura de las muñecas y su pierna derecha está por sobre la izquierda, cruzándose a la altura de los tobillos.
El abogado querellante, Humberto Neumann, destaca la curiosa posición en que hallaron el cuerpo y, más aún, que la ropa estuviera recogida a la altura de los senos y por debajo del cuello. Para él la posición del cadáver y de su ropa puede ser evidencia de que a Viviana Haeger la sujetaron por la espalda y la arrastraron hasta ese lugar, donde prácticamente la habrían lanzado, quedando en esa extraña posición.
Jorge Vásquez, abogado de Anguita, tiene otra explicación, que es coincidente con una evaluación pericial que realizó la PDI. Viviana puede haber estado en ese lugar, porque era el más próximo a la pieza de su hija y al sentarse con las piernas cruzadas, tras haber ingerido el herbicida Baundap, con los síntomas producto del envenenamiento cayó de lado y hacia atrás. La posición del cadáver se explicaría porque el espacio es tan pequeño que el cuerpo no se puede extender totalmente y las extremidades inferiores chocaron con la muralla. La explicación sobre la ropa estaría relacionada con el síndrome asfíctico, y la occisa pudo haber intentado quitarse la ropa al sentir que se ahogaba.

Las contradicciones de las autopsias

En el Servicio Médico Legal de Temuco se realizó la primera autopsia al cuerpo de Viviana Haeger. Aquí se determinó, como lo consigna un informe de la PDI a la fiscalía, que “con los antecedentes, peritajes y resultados de los exámenes, especialmente el toxicológico, es posible inferir que lo que mejor explica la muerte en este caso es una intoxicación por producto herbicida”. Así se precisa de acuerdo con la ampliación del protocolo de autopsia N348-2012, fechada el 6 de octubre del 2010.
En el último párrafo del punto 3 del Resultado de la Investigación Criminalística se indica que “consecuente con todas las gestiones llevadas a cabo en torno a esta investigación, en especial los análisis y resultados de las pericias concretadas, es posible determinar científicamente que el cuerpo de la señora María Viviana Haeger Masse no presenta ningún indicio atribuible a la acción de terceras personas y que su muerte se produjo por la ingesta del producto herbicida encontrado en la misma propiedad, en cuyo contenedor se pudo apreciar que la tapa tenía el sello de seguridad cortado y que le faltaba parte de su contenido”.
El abogado Neumann y la familia Haeger Masse no quedaron conformes con los resultados que respaldaban la teoría del suicidio, para ellos se trata de un homicidio. Por lo mismo junto con presentar una querella en diciembre del año 2010, por parricidio y auxilio al suicidio (y para poder tener acceso total a las diligencias investigativas), en enero de este año solicitaron la exhumación del cuerpo para someterlo a un nuevo peritaje forense. En febrero la fiscalía pide al tribunal la autorización, realizándose el procedimiento el 12 de marzo.
Los resultados de la autopsia practicada esta vez en el Servicio Médico Legal Metropolitano indican que la causa de muerte es indeterminada. En este nuevo peritaje forense efectuado por la especialista Pamela Bórquez Vera, en el punto 3, comentario final, donde se tomó en cuenta el estudio del sitio del suceso (fotografías), autopsia y complemento de autopsia, y considerando que se repetirá un examen toxicológico cuyo resultado está en espera, se indica que es posible señalar lo siguiente: “Las muñecas fueron atadas con un elemento que luego fue retirado; el cuerpo fue depositado en ese lugar y no fue movido más; no se puede descartar la presencia de trauma sutil en cabeza y cuello; la equimosis del pliegue puede ser parte de un patrón lesional por sujeción; la causa de muerte queda como indeterminada en estudio hasta contar con el resultado del segundo examen toxicológico”.

Detalles que confunden la investigación

El teléfono de Viviana Haeger dejó de funcionar la mañana en que ella desapareció y jamás se encontró. Hoy es una pieza clave del caso. Una confusión en los números generó una información errada por parte de una compañía telefónica. El dato finalmente fue descartado por la policía. El teléfono de Viviana nunca emitió señal ni fue posible rastrearlo en la Región Metropolitana, específicamente en la comuna de La Florida, como se informó. A la policía hasta ahora también le sigue llamando la atención que Jaime Anguita insista en que él recibió un llamado de una mujer que le dijo “no cuelgue, le van a hablar”, cuando recibió la “amenaza”. En un informe de la PDI remitido a la fiscalía se indica que “no fue posible determinar la presunta intervención de alguna mujer en la emisión de la llamada generada al teléfono de Jaime Anguita.” En el centro de llamados desde donde se comunicaron con el esposo de Viviana nunca trabajó una mujer. Otro punto sobre el cual no hay coincidencia es sobre si la cocina a leña se usó o no después de desaparecer Viviana. Anguita dice que sí. La policía piensa lo contrario. Si se hubiese prendido fuego, la temperatura habría incidido en el proceso de descomposición del cadáver y el olor hubiese sido más intenso.
Otro detalle que no ha salido a la luz pública fue la pérdida de evidencia que se produjo cuando se realizó la primera autopsia. Cuando el cuerpo fue remitido desde Temuco a Puerto Montt, el Servicio Medico Legal de La Araucanía no mantuvo la cadena de custodia y la blusa que vestía Viviana Haeger el día de su desaparición se extravió, según confirmaron los abogados. Nadie sabe qué pasó y si alguna vez se realizaron peritajes para determinar o descartar que una aguja haya atravesado o no la prenda de vestir, esto por los hematomas que presentaba en su brazo.
El abogado Neumann precisa que hay otros elementos que no se han periciado y que no hay una explicación lógica o científica que permita descartarlos como evidencia. En las fotos que se tomaron el día del hallazgo se ve en la suela de la bota derecha de Viviana restos de pasto verde. El profesional que representa a la familia Haeger Masse indicó que nadie ha investigado esa evidencia ni explicado por qué después de 42 días el pasto aún está verde. Es una diligencia que prontamente pedirá se realice.
En tanto para Anguita y su abogado, Jorge Vásquez, hay otros datos que se escondieron desde un comienzo pero que con el transcurso de la investigación fueron evidentes. Ada Candia era una amiga de la familia Haeger y como terapeuta alternativa trató por una depresión a Viviana Haeger. Para ellos este descubrimiento resultó inquietante, ya que está persona había tenido tres intentos de suicidio “y se supone que trataba a una persona enferma”. Tal como informó la prensa entonces, en septiembre del 2010 la mujer se suicidó en medio de un aparente ritual. En una zona rural de Ancud, en la Isla de Chiloé, el inmueble donde fue encontrada sin vida había sido adornado con sábanas blancas y en el lugar se habrían prendido velas e inciensos. El cuerpo fue encontrado por Ingrid Haeger, hermana de Viviana.
Después de dos años de investigación y de dos autopsias el caso está lejos de cerrarse. La familia y el esposo de la víctima no tienen la misma interpretación de lo que pasó el 29 de junio. Para los Haeger Masse se trata de un homicidio, mientras para Jaime Anguita hay evidencia para pensar en un suicidio. Ante las dudas que persisten, el fiscal jefe de Puerto Varas, Naín Lamas, remitió un informe al Director Nacional del Servicio Medico Legal, Patricio Bustos, para que aclare cuál de las dos autopsias es la correcta y entregue un informe final al respecto.
En el oficio 3607-2012, se pide aclarar lo siguiente: Causa mediata e inmediata de la muerte de María Viviana Haeger Masse, indicando si en ella existe la participación de terceras personas y los antecedentes en que se funda la conclusión.
Se pide precisar si los fenómenos cadavéricos son compatibles con la data de muerte de 42 días aproximadamente. Si las lesiones observadas en las muñecas son o no vitales. Y se solicita precisar la técnica usada en ambas autopsias para establecer vitalidad en las lesiones presentes en las muñecas. Se solicita además explicar fundamentadamente los fenómenos cadavéricos presentes en las manos: momificación, en relación a los fenómenos presentes en el cuerpo. Se pide emitir un pronunciamiento definitivo sobre la presencia de sustancias tóxicas en el cuerpo y, además, confirmar o descartar la presencia de un herbicida polioxietilenamina. Y si la sustancia en la ropa, rostro y vías respiratorias corresponde a vómito. Además de aclarar si hay muestras pendientes.
El 30 de junio pasado se efectuaron pruebas respecto a las condiciones del lugar donde apareció el cuerpo, la estructura y temperatura de la buhardilla y al SML se le pide un pronunciamiento sobre la factibilidad de trasladar un cuerpo a ese lugar.

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