Eficiencia Energética Industrial y Competitividad

/ 22 de Julio de 2016
col-Roberto Mora 2015
Roberto Mora Cortez Investigador y Consultor del Center for Business and Industrial Marketing, Georgia State University, Atlanta, USA.

De acuerdo con la AGGC, al mes de abril 2016, la capacidad instalada del Sistema Interconectado Central (SIC) es de 16.134,6 MW, y la del Sistema Interconectado del Norte Grande (SING) es de 4.206,8 MW. En conjunto se encuentran instalados 20.341,3 MW de potencia (representando el 99 % de la generación nacional), correspondientes a un 60,0 % de origen térmico, un 32,2 % de origen hídrico, un 4,5 % de origen eólico y un 3,3 % de origen solar.

El costo de la energía eléctrica para una empresa industrial puede llegar a representar el 10 % de su costo operacional. Por lo tanto, una gestión eficiente en el uso de energía es un requerimiento para todo plan productivo. Afortunadamente el costo de la energía adquirido por las distribuidoras, que hace ocho años era de los más altos de América Latina, ha bajado un 25 % gracias a la inserción de ENRC provenientes principalmente del desierto de Atacama, lo cual significaría que en un periodo máximo de cuatro años los precios al usuario final comiencen a disminuir. Los precios industriales comparativos (2014) de electricidad (US$ cents/KWh) muestran un diferencial favorable respecto de Europa, donde el precio promedio alcanza los 15,9 versus los 8,9 de Chile (SIC). No obstante, a nivel regional nuestra energía de consumo industrial sigue siendo más cara que en Brasil (7,6), Perú (7,3) y EE.UU. (7,0).

La competitividad de una empresa, a través del concepto de creación de valor B2B, se articula de dos formas: aumento de los ingresos o disminución de los costos. Por lo tanto, en épocas de bajo crecimiento un balance entre la gestión comercial de mercado y un control de costos eficiente es más que una buena idea. Es importante destacar que la innovación no puede dejarse de lado. Durante la crisis subprime (2008) en EE.UU. las empresas B2B que continuaron sus planes de desarrollo de nuevos productos y servicios no sólo sortearon el desfavorable escenario de mejor manera, sino que aumentaron su rentabilidad.

En los casos posibles, aplicando la ley de Lavoisier de conservación de la materia (“nada se pierde, todo se transforma”), es factible generar energía y apoyar el fortalecimiento del sistema eléctrico. Por ejemplo, a través de plantas de biomasa, Arauco autoabastece sus operaciones productivas al generar 606 MW, de las cuales vende al SIC el equivalente a 209 MW. Así esta compañía crea valor, no sólo al disminuir sus costos, sino también al aumentar sus ingresos. Por otra parte, Cintac (Grupo CAP) se encuentra construyendo la mayor planta fotovoltaica sobre cubierta de Latinoamérica. Se trata de un sistema fotovoltaico comercial que se instalará en Santiago, en el techo de 90 mil m2 de instalaciones de la empresa en Maipú, que permitirá ahorrar un 70 % de sus costes anuales de electricidad. Muchas empresas más poseen materiales pro-generadores de energía o infraestructura para generar ERNC, por lo que el desafío está en sus manos. Las ERNC no sólo pueden aumentar la competitividad de una empresa, sino también significa contribuir al desarrollo sustentable del país.

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