El desafío de incorporar ciencia y tecnología al mundo productivo

/ 2 de Julio de 2019

Muchos desafíos presentes y futuros de la cambiante sociedad moderna solo pueden ser bien asumidos si se considera la innovación como elemento central. En muchos de ellos el aporte de la ciencia y tecnología es clave.

Christian Canales Valenzuela
Dr. en Ingeniería en Bioquímica y académico
Facultad de Ingeniería y Tecnología
Universidad San Sebastián.

La OCDE define la innovación como la implementación de algún nuevo o significativamente mejorado producto, sea este un bien o servicio, proceso, un nuevo método de mercadeo o un nuevo método organizacional en la práctica de los negocios. Cuánta innovación se realiza en el país y la cuantificación de su retorno son aún materias de estudio.

Por parte de la investigación en ciencia aplicada existe una intensa y creciente actividad orientada a impactar en diversos ámbitos productivos de interés nacional. El potencial y tamaño de la comunidad aumenta anualmente con la incorporación de investigadores jóvenes a las instituciones académicas. Si bien se vislumbra una cada vez mayor actividad, por el necesario incremento de  recursos para I+D+i –que permitan salir del grupo de países OCDE que invierte menos del 1 % del PIB como primer gran logro (0.4 en Chile versus 2.4 del promedio)-, es evidente que la esperada transformación no es solo un tema de inyección de recursos financieros provenientes del Estado. Se requiere una nueva cultura y modo de hacer las cosas, a todo nivel, que nos posicione dentro del estándar de las naciones desarrolladas.

Uno de los desafíos más urgentes es incrementar el aporte privado en I+D, para revertir la situación del país donde el aporte estatal es mayoritario. Para ello es fundamental insertar a los profesionales indicados en el mundo de la empresa.

El capital humano avanzado existente -mucho de él formado en postgrados en prestigiosas universidades del mundo- representa un potencial de capacidades que puede ser un aporte en la empresa productiva, en ámbitos incluso organizacionales y administrativos. El entrenamiento doctoral proporciona, entre otras, habilidades para aprender a superar problemáticas complejas y capacidad analítica para ir más allá de lo superficial y evidente, características deseables en cualquier actividad de desarrollo profesional. Así también lo demuestra la experiencia de muchos investigadores académicos que derivan al manejo de empresas generadas de spin-off de sus propias investigaciones, y no es pequeño el contingente de doctores en ciencias disponibles para desempeñar funciones en la empresa productiva.

Las cifras de productividad laboral del país reflejan un estancamiento que arrastra ya varios años. En contraste vemos que lo mejor del capital humano tiene un espacio de desarrollo restringido, que suele estar limitado al mundo académico. La empresa productiva está llamada a valorar este recurso humano y, con ello, a materializar la innovación en  su sentido original OCDE. Después de todo, es claro que haciendo lo mismo no se puede esperar conseguir resultados diferentes.

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