El femicidio sí es un delito

/ 22 de Agosto de 2007

En la página web del SERNAM parpadea una cifra en señal de alerta. Son dos dígitos tanto o más importantes que las cifras de desempleo, de delincuencia, de aprobación del Gobierno o del índice de la pobreza. Se trata del número de asesinatos de mujeres -39 a la fecha- ocurridos en Chile a manos de sus esposos, parejas, ex parejas u otros hombres con quienes las unía una relación afectiva, de intimidad o confianza
Pero por algún motivo -inexplicable e inaudito- estos guarismos no convencen a un considerable porcentaje de nuestra sociedad, a quienes las muertes de estas chilenas parece importar menos que los niveles de crecimiento del país o de la próxima contienda presidencial.
Aún cuando desde el Gobierno se anunció un proyecto de ley para que, entre otras cosas, el femicidio sea considerado como una figura penal específica e independiente del homicidio o parricidio, existen voces disidentes que cuestionan la iniciativa.
Es un hecho que aparte del estupor inicial que causan estas muertes -por sus macabros detalles o sus niveles de ensañamiento- todavía hay quienes hablan de un “incremento aparente” de estos casos o de la inconveniencia de legislar para que el asesinato de una mujer sea tratado como un crimen diferenciado.
Incluso hay quienes van más allá y atribuyen esta legítima aspiración a una posición influenciada por la discriminación positiva hacia el género que ha impulsado la actual Mandataria.
Los números son claros: cuando todavía quedan cinco meses para finalizar el año, estamos cercanos a igualar la cifra total de femicidios ocurridos durante 2006 (45 casos) y junto con este incremento, aumentan también los niveles de violencia y de crueldad que se aprecian en las agresiones hacia las víctimas.
Dato aparte es que desde la región del Bío Bío al sur se concentra casi el 50% del total de casos del país.
Tal como dijimos en nuestra primera editorial del año donde alertamos sobre la violencia de género, vale la pena preguntarse ¿hasta cuándo nos enredamos en consideraciones puristas o entre los resabios machistas de una sociedad que por años avaló u ocultó distintas formas de discriminación contra la mujer?
No es más importante pensar que detrás de cada número hay una historia protagonizada también por hijos, padres o familias que con estos crímenes ven destrozados sus destinos. Y que todavía en muchos hogares chilenos hay potenciales víctimas que no saben o no se atreven a buscar ayuda precisamente por el temor a no ser consideradas, cuestionadas o, simplemente, ignoradas.
Se necesita el apoyo unánime del Parlamento para aprobar todas las mociones que buscan modificar la Ley sobre Violencia Intrafamiliar y entregar mayor protección a sus víctimas. Y también se requiere el compromiso de la sociedad entera.
Los femicidios no son un homicidio cualquiera. Son la cara más repudiable de un país que aún no es capaz de equiparar las oportunidades entre hombres y mujeres, pero que todavía está a tiempo de dar soluciones para todas aquellas que sufren la violencia en cualquiera de sus formas.
Pamela Rivero | Editora General

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