El mito de la luz azul

/ 26 de Abril de 2021

Computadores, tablets y celulares desde hace un tiempo están siendo vistos como enemigos de nuestra salud. La culpa sería de la luz que emiten, que podría afectar nuestra visión y dañar nuestra piel, provocando una aceleración del envejecimiento e hiperpigmentación. Dos profesionales médicos, un dermatólogo y un oftalmólogo, nos aclaran qué tan ciertas son estas acusaciones.

Al navegar en la web es fácil encontrar múltiples artículos que advierten sobre los efectos negativos que tendría en nuestra salud la luz visible de alta energía (HEV), también llamada “luz azul”, concepto que hace referencia a aquella irradiada por las pantallas de aparatos electrónicos como computadores, televisores, tablets y, por supuesto, celulares.

Esos daños, que principalmente afectarían a nuestros ojos y piel, parecen especialmente preocupantes durante este periodo, en que debido a la pandemia pasamos muchas más horas frente a una pantalla. Así, son al menos 5 o 6 horas diarias las que niños y jóvenes deben pasar atentos a un computador en sus clases online, mientras que -producto del teletrabajomuchos adultos pasan la jornada completa de igual manera.

A eso se suma que, una vez terminados los deberes escolares o laborales, y ya que no se puede salir de casa, nuevamente todos se ubican frente a la misma (u otra) pantalla para disfrutar una película, leer, buscar información sobre algo que les interese, jugar en línea o comunicarse con amigos y familiares por videollamada.

Envejecimiento digital

En cuanto a los daños que la luz azul causa en la piel, podemos encontrar abundantes artículos que se refieren a cómo la exposición constante a las pantallas causaría sequedad, irritación, aceleración del proceso de envejecimiento, aparición de arrugas y manchas, y hasta cáncer. Incluso, a propósito de este tema se han acuñado conceptos como “dermatitis de pantalla” o “envejecimiento digital”.

Dr. Jorge Monardes, dermatólogo.

El dermatólogo, Dr. Jorge Monardes, despeja la duda de manera enfática: “La luz azul emanada de computadores, celulares, televisores o tablets no daña nuestra piel”.

Añade que esa creencia habría nacido hace muchos años, cuando comenzó a masificarse el uso de computadores personales. “En ese tiempo efectivamente las pantallas generaban una radiación que podía ser nociva para la piel e, incluso causar manchas. Pero hoy no es así. Las pantallas actuales prácticamente no emiten ningún tipo de radiación negativa ni tienen efectos nocivos en la piel”.

-Pero aún hay especialistas que recomiendan usar protector solar cuando se usen estos equipos.

-Me imagino que quienes lo aconsejan son profesionales que se quedaron con la idea de que estos equipos emitían una radiación dañina, pero la verdad es que hoy no existe ninguna evidencia ni base científica que avale que la luz de las pantallas provoque daños a la piel. De hecho, en los últimos congresos a los que he asistido nunca se han mencionado las pantallas como factor de riesgo de cáncer a la piel, por ejemplo, como sí lo es tomar sol sin protección, fumar, ser sedentario o tener sobrepeso.

-Entonces, ¿cómo se explica que en el mercado existan productos especiales para proteger la piel de la luz azul?

-La industria siempre va a tratar de venderte cosas. Habiendo demanda, siempre va a existir un producto que busque cubrir la necesidad que crees tener.

-Y en el caso de alguien que habla muchas horas al día con el teléfono pegado a la cara, ¿ese calor tampoco generaría manchas?

-Sí, en teoría ese calor podría activar la melanina y manchar la piel, al ser sometida a una radiación o calor constante, pero en la práctica no ocurre. Necesitarías hablar días completos de corrido para generar manchas en tu rostro y, además, el calor que genera el teléfono es muy poco.

El especialista enfatiza que, aunque la luz de las pantallas no genere daños a la piel, sí lo hacen los rayos del sol, incluso estando dentro de la casa. “Basta con que te ubiques junto a una ventana en la que te llegue el sol para que tu piel se resienta. A pesar del vidrio, la radiación solar te va a quemar igual; por eso, aunque no estemos saliendo es conveniente ponerse protector solar”.

Explica que, en general, se recomienda utilizar uno de amplio espectro (UVA y UVB), ojalá con Factor de Protección Solar (FPS) igual o superior a 30. “Ahora, si no estás saliendo absolutamente para nada, y tienes cortinas gruesas, por ejemplo, estaría de más usar protector”.

Finalmente, el Dr. Jorge Monardes hace un llamado a no dejarse asustar por artículos alarmistas. “Llevamos más de un año expuestos a la luz de las pantallas, y en la consulta no se han visto más casos de cáncer a la piel o manchas. De hecho, es al revés, producto de que no tuvimos largas exposiciones al sol este verano, la piel se nos manchó menos (…) Lo que sí hemos visto es mayor envejecimiento de la piel debido al encierro y al estrés que este provoca”.

¿Puede la luz azul dañar los ojos?

Otro órgano muy expuesto en este periodo en que debemos pasar gran parte del día frente a una pantalla son los ojos. Pero ¿cuánto se ven realmente afectados? ¿La recepción constante de luz azul causaría -como se lee en Internet- pérdida paulatina de la visión o daño irreversible a las estructuras del ojo?

Dr. Gustavo Núñez, oftalmólogo.

Es el oftalmólogo Gustavo Núñez quien responde a estas inquietudes. “Es cierto que la exposición excesiva a la luz azul, y especialmente a los rayos ultravioletas (UV), aumenta el riesgo de enfermedades oculares, pero no se ha demostrado que la escasa luz azul proveniente de las pantallas produzca daños en la visión”.

-¿Entonces usar estos equipos no afecta nuestros ojos?

-Si bien el uso de dispositivos electrónicos no provocará daño ocular permanente, el estar durante mucho tiempo frente a ellos puede causar molestias transitorias, como fatiga visual, que puede manifestarse con síntomas de “ojo seco” (ardor, escozor, sensación de arenilla), visión borrosa y dolor de cabeza, entre otros. Este “cansancio visual” se debe a que, al usar estos equipos, permanecemos con la vista fija, lo que disminuye nuestra frecuencia de parpadeo, que normalmente es de 12 a 20 por minuto, a lo que se suman el brillo y reflejos en las pantallas.

-¿Qué se puede hacer para evitar esto?

-Tomar descansos del uso prolongado de estos aparatos, y usar la regla del 20/20/20: cada 20 minutos retirar la mirada de la pantalla, mirando un objeto a 20 pies (6 metros) durante al menos 20 segundos. También es importante ajustar y disminuir permanentemente el brillo de las pantallas, y ubicarlas a un brazo de distancia de nuestra cara (…) Y en caso de sentir los ojos secos, lubricarlos con lágrimas artificiales.

-Entonces, si la luz azul no daña la vista, ¿es innecesario comprar lentes con filtro para esta luz?

-Sí. El cansancio visual que provocan los dispositivos digitales se relaciona con la forma en que los usamos y no con la luz azul que emiten. De hecho, en las últimas publicaciones se señala que tampoco hay evidencia de alivio de la fatiga visual con los lentes con filtro azul, respecto de los lentes convencionales.

El Dr. Núñez puntualiza que, ya que la nueva normalidad exige esta exposición constante a pantallas, es fundamental aprender hábitos de cuidado personal y físico para disminuir los riesgos, como no usar estos aparatos en oscuridad total y, al menos una vez al día, estar una o dos horas al aire libre, sin celular. “Desde los ‘70 ha aumentado drásticamente la cantidad de personas con miopía, y las investigaciones sugieren que existe una relación entre ese aumento y la cantidad de horas que se pasan dentro de la casa y frente a pantallas. Cuanto más tiempo estamos al aire libre durante la primera infancia (aunque sea en el patio o hasta en el balcón), más lento es el avance de la miopía, particularmente en personas con susceptibilidad genética”, afirma.

Por ello, dice, es urgente dosificar el tiempo frente a las pantallas, entendiendo que los menores de 2 años no deben tener acceso a ellas, y que los niños de 2 a 5 años no deberían usarlas más de una hora al día.

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