El segundo tiempo de Alvaro Escobar

/ 27 de Septiembre de 2011

Durante las elecciones de 2009 vivió la derrota de MEO, su candidato presidencial, y la suya al parlamento. En aquella oportunidad echó sus lágrimas y luego vivió su propia travesía en el desierto, recluido, silencioso, hasta que, finalmente, vio la luz. Hoy,  está feliz con su rol protagónico en “Esperanza”, la teleserie que TVN exhibe en el inédito horario de las 14:30, y asegura que por nada del mundo volvería a la política. “Salí enfermo, con dermatitis, una cojera, una hernia inguinal, no respiraba y tenía ataques de pánico”, recuerda.

Acordamos encontrarnos en una elegante mansión de la Dehesa. Allí, entre actores, tramoyistas, y encargados de producción se realizan a toda máquina, de lunes a sábado, las grabaciones de “Esperanza”, la nueva teleserie que Canal TVN exhibe a las 14:30, el mismo horario en que por décadas emitió  “Los Venegas”.

En un gran salón junto a otros históricos actores de las telenovelas nacionales como Patricio Achurra y Schlomit Baytelman, un terneado Álvaro Escobar Rufatt (44) repasa, cigarro tras cigarro, los parlamentos que dan vida a Juan Pablo Marticorena, un hombre de negocios exitoso cuya vida familiar se complica: su matrimonio con su esposa Beatriz (Ingrid Cruz) va cuesta abajo, e ignora que Esperanza (Daniela Ramírez), la empleada peruana que trabaja en su casa, oculta un hijo que ambos procrearon durante un affaire sucedido diez años atrás en Perú. Un papel que marca su regreso, tras doce años y un corto rol en “Témpano”, a los roles protagónicos en las teleseries nacionales.

“Esperanza” despertó desde el comienzo la curiosidad del medio por lo peculiar de su apuesta: una historia de características melodramáticas muy “clásicas” (para algunos derechamente “cebolla”) a las 14:30 horas, un horario inédito para las teleseries nacionales (salvo remotos antecedentes como “Bienvenido hermano Andrés”, de Canal 13) que históricamente ha sido dominado por las “telecebollas” mexicanas, venezolanas, colombianas y peruanas. Su forma de gestión -como una co-producción entre TVN y la productora My Friend- tampoco es usual, y menos que el CNTV haya aportado 50% del presupuesto ($437 millones) con el fin de incentivar el desarrollo de la industria audiovisual nacional en el ese horario.

-Éste es tu primer protagónico en mucho tiempo ¿Cómo te has sentido,  estabas falto de training?

-A mí me sorprende la perfección de la vida. Me daría dar vergüenza decir algo así, porque a estas alturas del partido, estas cosas que a uno lo sorprenden en realidad es lo extraordinario que se hace cotidiano; la vida es extraordinaria, perfecta. Yo dejé de hacer teleseries hace una década, y supuse ingenuamente que no iba a hacer más. Que había cumplido un ciclo, que había sido algo que había que hacer en algún minuto de una carrera –si es que se puede concebir una carrera- y quería dedicarme como lo hice en ese minuto a la radio fundamentalmente; a darme una oportunidad de conducir programas en la televisión también, que no lo había hecho salvo cosas muy puntuales, y pasó con Rojo y Operación Triunfo; y a elegir con pinzas algunas series de televisión. Y bueno, en eso estoy, y hacer además mis documentales.

Imagínate, termino en marzo de 2010 mi periodo como parlamentario, cuatro dedicados ni siquiera a la radio, ni a la tv, ni la conducción, sino que a algo tan radicalmente diferente así es que volver a las teleseries es una sorpresa por el hecho de volver. Es todo un acontecimiento… ahora, no había nada en mis planes. Lo más urgente en marzo de 2010 era recuperar el alma, recuperar el corazón, volver a respirar. Entonces, la intuición funciona ahí, algunos reflejos muy esenciales, vitales, que me hicieron estar muy con mi hija.

-¿Fue un momento difícil?

-Dificilísimo. Complicado, porque no es lisa y llanamente decidir qué hacer, tiene que ver más con entender quién se es.

-Hiciste de todo, pero al final igual te preguntabas quién eras…

-Probablemente. Y además son actividades bastante demandantes, no es habitual que uno tenga una responsabilidad como la que yo tuve tanto en la génesis de una candidatura presidencial como en el manejo de esa misma candidatura. No es habitual, no es algo que pase todos los días, probablemente no pasa más de una vez tampoco en una vida. No sé, fue un periodo muy intenso.

-Vamos a “Esperanza”: trata sobre una chica peruana, buena,  que es empleada y tuvo una relación con el patrón; a su alrededor hay gente xenofóbica y ambiciosa, que es muy mala. Parece sacada de un viejo manual de los 80…  

-Es una telenovela hecha con el manual:  A le sigue B; a B le sigue C; a C le sigue D, y hasta la Z, digamos. Y desde la A hasta la Z, esta telenovela sigue las normas de lo más clásico del género.

-Y Beatriz, tu esposa, seguirá acosando y persiguiendo a Esperanza…

-Claro, en algún momento la maldad entre comillas de la Beatriz va a ir creciendo proporcionalmente con la intensidad de la relación que se va dando entre Esperanza y Juan Pablo. Eso de todas maneras.

-A muchos llama la atención ver a Daniela Ramírez en el papel de Esperanza, la nana peruana. No por un tema de su interpretación, sino por su fenotipo: muy blanca o caucásica para el imaginario de peruana que se tiene en Chile, sobre todo en un formato de teleserie que justamente se basa en estereotipos. En los foros, muchos consideran que la actriz “natural” para el personaje podría haber sido Lorena Capetillo…

-Claro, es la imagen que tenemos. Los europeos también tendrán la idea de que en Chile predominan las razas originarias en las mezclas. Será más de La Sierra, Esperanza. Yo, en Estados Unidos por lo menos, conocí a una colonia peruana, de hecho jugábamos soccer, y había una mezcla, y había de todo, al igual que los chilenos. Igual es divertido, no había reparado en eso.

-¿Investigaste con la comunidad peruana o con residentes peruanos en Chile para trabajar en esta teleserie? ¿Qué percepción tienen ellos de los chilenos?

-Sí. En una locación para este teleserie, que es un restorán peruano llamado “El capricho incaico”, donde actúa el personaje de Erto Pantoja; bueno, ahí la gente estaba muy contenta con la teleserie, genuina y sinceramente contenta, no eran palabras de buena crianza. La semana pasada nos tocó grabar en una hospedería del Ejército de Salvación que acoge inmigrantes. Allí no había peruanos, pero sí colombianos que se sentían muy acogidos con el hecho de ver una inmigrante en la teleserie, y las dificultades que tiene llegando a Chile.

-La televisión ha cambiado mucho desde las teleseries que hacías en los 90… ¿participarías en la series cachondas que se hacen ahora? Tu colega Ingrid Cruz ha declarado que algunas escenas de ciertas teleseries bordean el soft porno…   

-Mira, la única consideración que me parece delicada, y que no me hubiese imaginado antes, y que en realidad no entendía que hubiese una disposición a eso, es mi hija. Yo tengo una hija que hoy día cumple cuatro añitos y yo no quisiera cargarle más peso, complicarle más la existencia. Pretendo cultivar una buena comunicación con mi hija, para que pueda estar preparada para lidiar con algo de esa naturaleza, pero me parece que es delicado, por lo menos en esta etapa. Por ejemplo, ya le tapa los ojos a la mamá cuando está prendida la tele con “Esperanza”, y ve que el papá y una niña que se llama Esperanza se acercan peligrosamente (ríe), cachai. Y  mi también me tapa los ojos, me
dice “papi, papi, ándate, ándate”, me echa de la pieza. Le da nervio.

-¿Por qué no seguir el modelo de las teleseries brasileñas que también se transmiten a esa hora?

-Las teleseries brasileñas se parecen más a lo que en Chile hizo Vicente Sabatini, yo creo. Hay guiones de época, historias, por ejemplo “Gabriela, clavo y canela”, basada en la novela de Jorge Amado, y pfff, yo la vi en Canal 13, era una experiencia. Yo me atrevería a decir que el subsidio del CNTV está muy, muy por debajo de los costos de una teleserie. Me da la impresión de que no hay un problema de creatividad, no creo que haya flojera, sino que derechamente la creatividad tiene que adaptarse a una cuestión de presupuesto, netamente. Imagínate que somos dieciséis personajes, grabamos de lunes  a sábado.

-Un artículo de la prensa habló de eso justamente, que el poco presupuesto exigía un agotador ritmo de producción, que existían peleas entre los actores, hasta divismo, etc…

-Cuando leí ese artículo, vi que lo pusieron en términos confrontacionales, yo no lo menciono así. Yo creo que sí, que efectivamente si grabas seis días en vez de cinco, siendo uno de estos días el sábado, evidentemente hay un desgaste. Si somos dieciséis personajes, si en las teleseries tradicionales el límite por actor es de doce escenas diarias, acá nosotros grabamos hasta veintiuna al día. Veintiuna. Pero también dura cinco meses y no siete, y uno dice ya, ok. Y a ningún compañero, en ningún momento, le he escuchado que no haya valido la pena,  muy por el contrario, están todos muy contentos. Y ha sido muy bonito, ahora vemos la teleserie a la hora de la colación.

“Dentro de lo antiguo, MEO es lo menos pasado a caca”

Licenciado en Ciencias jurídicas y con estudios de actuación en la academia de Fernando González, a sus 44 años, Álvaro Escobar también fue  futbolista (según su biografía, campeón sub-16 de soccer norteamericano y jugador en las divisiones inferiores de la U. de Chile a principios de los 80), dirigente estudiantil, locutor de radio en al menos seis programas, rockero, diputado y mano derecha de MEO durante su campaña presidencial en 2009. Además de “Esperanza”, en la actualidad sus máximos anhelos son la inauguración de su propio teatro “Aurora” en noviembre (llamado así en homenaje a su hija de cuatro años), las presentaciones con su nueva banda rock “Todavía No Es Nunca”, y el estreno del documental “Historia del Rock Chileno, 1955-1975”, un trabajo que rodó durante diez años y que espera que prontamente pueda ser transmitido a través de las pantallas de Canal 13.

Sin embargo, no le hace el quite a conversar sobre su periodo como diputado por el distrito 20 de Estación Central, Cerrillos y Maipú entre  2006 y 2010. Un escaño que ganó con el 42% de los votos -la primera mayoría relativa- y que después perdió en su reelección en 2009, no obstante haber obtenido la segunda mayoría en esa ocasión.

-¿Acumulaste mucha decepción hacia la política?

-No, ahí hay un equívoco, porque yo fui candidato a diputado porque estaba decepcionado, no es que yo me hubiera decepcionado en la política. Estaba desilusionado, con un grado de ira importante, y se dio la posibilidad, felizmente, de que yo pudiese acceder –como se accede hasta  hoy- a una candidatura a diputado, y al ser diputado influir de alguna manera en estas cosas que me tenían iracundo, y profundamente desilusionado, pero paradójicamente con la tremenda ilusión de que querer hacer algo. Y felizmente puedo decir que al cabo de cuatro años así fue; fue relevante, muchos de los temas que hoy están en la agenda de la política los planteamos, ya sea a través de los proyectos de ley que presentamos en esos cuatro años –donde fui el diputado que más proyectos de ley presentó en ese periodo- y una candidatura presidencial.

-¿Qué percepción de la actividad política tenías cuando te postulaste como diputado, y con cuál te quedaste al momento de retirarte de la actividad en 2010?

-O sea, la gente no sale a la calle, por ejemplo, porque esté contenta. La gente cuando sale a la calle lo hace porque está descontenta o está desilusionada y cree ingenuamente –o genuinamente- que tiene algo que ver en ese orden de cosas, y que lo puede cambiar. De la misma manera, yo en algún momento pensé que podía hacer algo. Y entonces ¿con qué percepción salgo de la política? Con la mejor…

-¿Sí?

-Con la mejor. O sea, perdón, con la mejor en términos de esperanza, digamos.

-¿A pesar de  las peleas que tuviste con tu ex partido, el PPD, y su dirigencia, que hayas obtenido la segunda mayoría en tu distrito en tu candidatura a diputado en 2009, y todas las situaciones ingratas que has contado a los medios? 

-No, si todo eso reafirma la percepción que tengo de la política… hoy, tengo la mejor percepción de la política, porque la política se está haciendo en las calles, no en el Congreso Nacional, no entre cuatro paredes en La Moneda. Está desde Arica a Punta Arenas en las calles, en las redes sociales, en los espacios públicos, y esos son espacios relevantes para iniciar y generar cambios. Desde esa perspectiva, tengo una excelente opinión de la política, porque cuando yo entré, salvo estas quijotadas aisladas de gente que se postulaba, no era así. Hubo un grupo de gente interesante, impelidos un poco por el espíritu de gobierno ciudadano, que era el eslogan por lo menos -entelequia al final de cuentas- de Michelle Bachelet; en ése ímpetu ciudadano entramos personas que no veníamos de la política tradicional, que no veníamos de hacer carrera en política, veníamos de la calle. Yo estaba haciendo una temporada en “Justicia para todos”, la segunda; estaba en la Radio Cooperativa todas las mañanas con un programa que era primera sintonía; estaba en una obra en el Teatro de la Católica que se llama “Rompiendo códigos”, por la que me gané el permio al Mejor Actor en el Altazor; estaba haciendo la segunda temporada de un programa de música popular chilena con mi productora que se llama “Tráfico de Influencias”; estaba terminando mi documental, estaba haciendo la vida que tú ves hoy que estoy haciendo. Pero en ese momento cuando uno se refería a la política, creo que asociado a ella estaba el lugar común decir también “no estoy ni ahí”. Hoy día parece ridículo, parece absurdo.

-En un programa radial señalaste “se trabaja más en la tele que en la política, en el Congreso pasé cuatro años sabáticos” ¿Esto es literal, qué quisiste decir? 

-Ah noooo… eso es broma, broma, alguien me sacó de contexto. Lo vi en Internet y fue muy difícil eso.

-En los foros de la web se veía que causó indignación entre los lectores esa declaración…

-Claro, pero esa es ignorancia. Fui el diputado que más proyectos de ley presentó entre el 2006 y el 2010. Entre el 2008 y el 2009 actué los viernes y sábado entre las ocho y las diez de la noche en el Teatro Ictus. Levanté una candidatura presidencial… salí enfermo, con dermatitis, una cojera, una hernia inguinal, no respiraba, con ataques de pánico, y alguien que escucha la entrevista en la radio ADN, cuando yo cuento la anécdota de Leo Caprile, porque eso fue lo que hice…el Leo Caprile primero me entrevistó cuando salí electo, y me dijo “Álvaro, dime una cosa ¿por qué vas a pasar cuatro años sabáticos?” Y yo jaja, qué divertido, dije. Entonces, la verdad es que, que alguien publique eso, porque lo vi en Internet publicado, me merece el mayor desprecio. La principal cuña es “recordó el momento en que Leo Caprile le pregunta y dice usted…” y uno dice nomás. Eso es citar correctamente.

-¿Cuáles son las prácticas más abominables, por así decirlo, que recuerdes de tu experiencia como militante en un parti
do político y como parlamentario?

-Lo más abominable fue lo que me hizo renunciar al partido político por el cual fui electo, y que es la incumbencia de los parlamentarios al momento de rechazar la propuesta que hizo Edgardo Benninger para reformar al sistema binominal porque afectaba el interés de los parlamentarios en ejercicio.Creo que es lo que yo recuerdo como lo más abominable, porque había incumbencia allí. La misma razón por la cual no sabemos de inscripción automática voluntaria; es la misma razón por la cual no se han incorporado también otros miles de chilenos en el extranjero; es la razón por la cual no se limitan las reelecciones de los parlamentarios ni de los alcaldes; la misma razón por la cual ahora hace poquito, estando de duelo, el Gobierno decretó un proyecto insulso de primarias voluntarias, que es exactamente lo que existe hoy (…) en una perspectiva de probidad, trasparencia y calidad de la política, lo más abominable y lo más preocupante es que nuestras instituciones y quienes las componen son parte del problema.

-Dijiste que te gustaría representar en una obra a Pepe Auth, quién te venció en tu distrito en las elecciones parlamentarias de 2009, no obstante haber obtenido la tercera mayoría y tú la segunda. “Me gustaría meterme en la cabeza y en el alma de alguien que puede andar por la vida sin haber ganado una elección. Ahí hay una perversión que me parece interesante” ¿Mantienes esas palabras? 

-Claro, porque para un actor también es súper interesante abordar personajes, personas, con contradicciones, con incoherencias, con esa perversión deliciosa (…) Pepe Auth podría ser un ejemplo, la Ena Von Baer podría ser otro, Carlos Larraín, cualquier persona que llegue a una institución democrática fundada en la soberanía popular sin haber ganado una elección. Es interesante eso.

-¿Qué posibilidades le ves a  MEO en este clima de desencanto?

-Quizás, ah… (…) la virtud de su candidatura presidencial fue estar representando algo que estaba en el aire desde hace mucho tiempo. Y él ahora está haciendo qué: está armando su partido político, está haciendo una cuestión muy importante en términos programáticos, o sea ha estado trabajando (…) yo tiendo a ver un parentesco  evidente entre lo que pasó en el poder político con nosotros en la Cámara de Diputados en esa época, que levantamos una candidatura presidencial –que se levantó con la gente, la gente empezó a firmar, no fue un capricho-  que se dio dentro de lo inscrito con este otro fenómeno que excede el canal institucional y tiene características más bien de movimiento social o ciudadano.

-¿Esos movimientos ciudadanos seguirían ahora a MEO en una nueva candidatura?

-No lo sé. No me atrevería… puede que esté teñido de antiguas formas antiguas, pero dentro de esas antiguas formas, es lo más diáfano, digamos, es lo menos teñido, jajaja. Lo menos pasado a caca.

-¿Y tú, volverías a la política si él te llamara? 

-No. No-no-no, para mí fue difícil… yo ya hice mi servicio militar. Cumplí con mi bandera. Fueron cuatro años duros.

-Has dicho que habría que estar un poco enfermo para echar de menos el trabajo en el Parlamento…

-A a luz de lo que está pasando acá, de lo que estoy haciendo en este minuto (se refiere a su trabajo en el set de la teleserie). Si esto es puro gozo. Gozo con resultados que son además muy palpables, la gente ve el resultado de este trabajo, y lo celebra o le disgusta, pero lo ve.

El recuerdo de Camiroaga

-¿Qué chascarros recuerdas de Felipe Camiroaga durante tu experiencia en las teleseries de los 90 en TVN? 

-El recuerdo que yo tengo es haberlo conocido más a propósito de “Rojo y miel”.  Felipe había estado también en la teleserie inmediatamente anterior, “Jaque Mate”, había debutado ahí. Cuando empezamos la promoción de  “Esperanza” nos tocó ir dos veces seguidas al “Buenos días a todos”, y me sorprendió mucho que Felipe se acordara de “Rojo y miel”… Se acordó exactamente del año que la dieron, además de cosas de mi personaje, que ni yo me acordaba. Hizo de antagonista, él era Javier Escudero, perseguía a la que era mi hermana, la Ángela Contreras.

-El dolor y el duelo tras su accidente aéreo generó toda clase de homenajes, a un punto quizás excesivo ¿era tan buena persona Felipe como lo han descrito una y otra vez? 

-Era generoso, generoso. Cuando y estaba en la campaña presidencial,  disfrutamos como cabros chicos en un programa que salió en Telecanal (el late show “Influencia humana”, conducido por Pablo Zúñiga) en que jugábamos a electrocutarnos. Eso sale hasta en youtube, nos fuimos electrocutando uno por uno, y encontrábamos insólito que eso estuviera pasando, y exponiéndonos a que nos pasara, jugábamos. Entonces,  tengo asociado a Felipe a momentos muy bonitos.  Imagínate, yo en plena campaña presidencial, de terno y corbata, y vamos a esta cuestión a jugar esta gueá. El recuerdo que tengo de Felipe es ése. El era muy amigo de Loreto Moya que es muy amiga mía, productora de teatro, nos vimos en estrenos, cumpleaños de gente cercana, aunque no voy a posar tampoco de amigo de Felipe. No tuve ese privilegio.

-Se dice que los animadores en TVN reciben presiones para no involucrarse ni opinar en temas políticos o muy espinudos ¿Qué opina de la opción de Felipe por declarar públicamente sus apoyos a candidatos de la Concertación y a causas ambientales y civiles?

-Sí, estuvo en la otra trinchera (candidatura de Eduardo Frei), del bloque que nos había humillado y vilipendiado. Pero a pesar de eso me parecía novedoso en Felipe Camiroaga, porque en los 20 años anteriores nunca le había escuchado preferencia política. Me parece saludable que los conductores no rehúyan el bulto de la política, porque hay maneras de opinar en política sin que eso menoscabe tu rol como conductor.

 

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