Estrategias para disminuir la deserción universitaria

/ 21 de Junio de 2013

Patricia Villagrán Rivera
Directora de Docencia
Universidad San Sebastián

La educación chilena ha sufrido cambios importantes en los últimos 30 años, lo que es particularmente evidente en la Educación Superior, que avanzó de una cobertura escasa y de alta selectividad a una alta cobertura con menor selectividad. Mientras que a principios de los años 80 había aproximadamente 185 mil jóvenes estudiando en este nivel, la cifra aumentó a más de 1 millón en 2012.
Este cambio ha llevado a las instituciones de Educación Superior a preocuparse de un fenómeno que antes era marginal: la deserción.

Erika Himmel, investigadora de la Universidad Católica, define este concepto como el abandono de un programa de estudios antes de obtener el título o grado correspondiente, considerando un tiempo lo suficientemente largo como para descartar la posibilidad de reincorporación.
Como resulta lógico, mientras más altas las tasas de deserción, mayor es el impacto de esta conducta en todas las áreas de la sociedad. Aquello que comienza siendo un problema individual, se transforma en uno familiar, generando un quiebre en las expectativas principalmente de los padres y desembocando en un problema social, al encontrarse un joven con una deuda millonaria y la imposibilidad de generar los recursos suficientes para saldarla.
Es importante, por tanto, observar los factores que según el Mineduc (2012) pueden relacionarse con un mayor riesgo de deserción, de manera que las instituciones puedan generar planes que prevengan este fenómeno. Entre los factores están: padres que no completaron la educación escolar, bajo nivel de ingresos familiares, estudiar una carrera que no estaba entre las primeras opciones, bajo promedio NEM y bajo puntaje PSU, entre otros. Éstos son más comunes al haberse aumentado las vacantes de la Educación Superior en estas últimas décadas, favoreciendo la cobertura y las oportunidades de movilidad social de miles de jóvenes.
Identificar a los alumnos con riesgo de desertar, sobre la base de los factores señalados, no es complejo. Un diagnóstico inicial, que incorpore consultas sociodemográficas, académicas y vocacionales nos permite focalizar la intervención y el apoyo que ellos requieren. La USS realiza a sus alumnos de primer año una Encuesta de Caracterización que incorpora estos aspectos y otros referidos a las características del pensamiento y a la autoeficacia escolar. Estos datos permiten trabajar de manera sistemática en las comunidades académicas, creando y desarrollando estrategias para abordar las problemáticas grupales así como individuales que allí se observan.
Estas acciones nos han permitido tener tasas de deserción muy bajas respecto de otras instituciones de nuestras características y hacernos cargo de las diferencias de perfil que se observan en los estudiantes actuales, ya que uno de nuestros principales objetivos es generar oportunidades reales para que nuestros alumnos puedan desarrollarse profesional y personalmente, tal como ellos y sus familias han soñado.

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