Feos, raros y curiosos

/ 3 de Enero de 2022

 

La teleserie, la película de moda, el personaje del deporte y un montón de factores ayudan a los padres con la creatividad de los nombres de sus hijos.  Julio Iglesias dijo: “Si tengo un hijo le pongo Chile”, pero recapacitó. Y es la idea. El nombre marca la identidad para bien y para mal. Así es que a la hora de elegir uno sea original, pero consciente. Que no le pase lo del protagonista de esta historia.


-“¿Vamerik, dijo? ¿De dónde viene su nombre?
– “No sé muy bien, pero mi mamá lo escuchó en una película que le gustó mucho. Era sobre unos aviones de guerra o algo así…”
Cuánta adolescente forró su pieza o agenda con imágenes de Top Gun y especialmente de Tom Cruise, su taquillero protagonista. Al menos a una fan de esta región se le traspapeló “la gracia” del piloto Maverick y lo hizo mutar hacia un original Vamerik. La versión floridana del personaje gringo tiene hoy los mismos años que el filme de Tony Scott, estrenada en 1986.
Al saber que un nuevo integrante de la familia llegará a casa, los padres echan a volar su imaginación y casi siempre esperan encontrar un nombre hermoso, que imponga características especiales al bebé. Pero a veces la creatividad llega a niveles impensables. Lejos de darle una manito al pequeño, lo marcan como una potencial víctima de bullying.
De eso sabe bien una jubilada profesora que pasó múltiples listas donde no faltaban nombres atrevidos, vistosos y mal escritos. Lo peculiar es que ella también lleva dos originales nominaciones en honor a sus abuelas. Ceferina Rufina. Así no más ha cargado con nombres poco agraciados, los que al final de cuentas ha sabido llevar con humor, paciencia y un buen apodo. Nadie la llama por su nombre. “Para qué te digo. No hay doctor que no me eche una talla. Cuando niña sí fue para mí algo difícil. Muchas veces lloré y lo único que quería era cambiarme de nombres. Pero también pensaba en mis padres y en las razones que los llevaron a escoger los nombres de mis abuelas y pensaba que si hacía los trámites los podría herir. Al final pasaron los años y como todos me dicen Chechy, piensan que me llamo Cecilia, me asumí. Pero cuando oyen quién soy de verdad aún saco risas”, comenta.
Como profesora normalista, desarrolló largos años de su carrera en escuelitas rurales, donde los John, Jonnathan, Kevin y otros se mezclaban de lo lindo con apellidos autóctonos de raíz más que latina. Uno de los que más recuerda, es el de John Keny. Su mamá lo bautizó así por el desaparecido presidente norteamericano John Kennedy… Bueno, se equivocó un poquito, pero según Chechy, le hacía mérito a su nombre porque era muy buen alumno, ordenado y bastante formal para vivir en una zona rural.
“En los sectores más vulnerables, sobre todo ahora, se da mucho eso de dar un nombre a los niños como el personaje de moda, como el que suena en la radio, ni siquiera el actor, sino el farandulero y los extranjeros para qué decir”, señala la psicopedagoga  y experta en crecimiento personal, Silvia Briceño Casas-Cordero. La profesional, que ha tenido la oportunidad de trabajar en el ámbito de la educación en distintos sectores sociales, califica esta tendencia como de bastante cuidado, ya que el daño que se le puede generar a los niños es grave, pues los estigmatiza.
“Es que se provoca el efecto contrario. Algunos padres pretenden darle un estatus o fama al niño, homenajear a un familiar o a un personaje y terminan socavando una identidad. Quizás todo puede estar muy bien mientras los pequeños se mantienen cerca de casa en sus primeros años, cuando los referentes son los padres. Pero al momento en que los escenarios cambian y  los referentes pasan a ser sus pares, entonces ellos se enfrentan a sus primeros problemas. Se generan difíciles momentos con su identidad”,  enfatiza la psicopedagoga.

 Póngale Wendy

Rosamela, Carolainch, Maydarling, Violent, Tomka, Daddy, Klever y como 10 formas de escribir Alexis (Alecsi, Alessis, Alecsys, por citar algunas)  han quedado “patentadas” en las oficinas del Registro Civil y de Identificación en los últimos meses. Lo curioso es el excesivo culto a nombres en otros idiomas, que sugieren desde referencias a personalidades a marcas de diferentes objetos: tecnología, zapatos, ropa, bebidas alcohólicas e incluso fenómenos naturales. Para escribirlos no hay reglas: sólo que suene pegajoso y con “glamursh”.
Justin Bieber figura con casi 160 inscripciones en sus diferentes versiones -desde Justing hasta Jasthyn- además de una niña llamada Byver. Dentro de las figuras del espectáculo también está Britney , Shakira y los rockeros, Slash, Hendrik y Travis. También varias veces Elvis, Jackson, Ozzy y Queen.
Mucho cariño a las bebidas tienen los padres de Chela y Ginger, mientras que los gustos más refinados se hacen notar en nombres como Audy, Hayat, Anaís, Chanel y Caprice. Sobre ruedas llevará su nombre la pequeña Yaris y el joven Harley.
Para qué decir los nombres que hicieron estragos después del cataclismo del 27/f: Tsunami y Vida.
“Las personas deben saber ponerse en el lugar de los niños. Ellos van a crecer y van a construir identidad a partir de su nombre. Aunque no se reflexione mucho al respecto, los educadores ponemos mucho énfasis en el respeto por la identidad. Llamamos a los niños por su nombre y se trata de eliminar los sobrenombres a como dé lugar. Es un concepto de valor. Sabemos que aunque sea sin querer los pequeños pueden ser crueles con sus pares y es por eso que los papás tienen una tarea muy especial al momento de escoger una identidad para ellos. Ojalá que no fuera el nombre de moda, ojalá que no se siguieran tradiciones un poco forzadas como llamar a todos los hijos Juan o María, ojalá que se marcara diferencia y no se ocuparan los nombres más populares, pero sí nombres latinos que combinen con el apellido”, agrega Silvia Briceño. Si no sucede esto se da carta abierta para que un niño o niña pueda ser blanco de burlas. Si a eso le sumamos ciertas diferencias, que pueden ser físicas, emocionales o sociales se da un cuadro nada alentador. En un país que no sabe integrar lo más lógico es que una persona con un nombre demasiado original sea tildado de picante o freak. Tal cual.
“Pero uno se termina acostumbrando”, dice con resignación Chechy. “Reconozco que pasé por un conflicto, tenía todo como para poder hacer el trámite del cambio, hasta que me puse a pololear”. La relación nubló el ánimo de borrar la identidad y finalmente pesó el acostumbramiento.
Sin embargo, el cambio de nombre es una vía perfectamente posible para quienes no se sientan conforme con lo que dice el carnet. El costo del trámite bordea los 60 mil pesos y lo debe llevar a cabo un abogado. Se realiza en la oficina del Registro Civil. Por otro lado, las personas que hacen la inscripción de los nacimientos no pueden tomar parte en la decisión de los padres al momento de inscribir el nombre. Sólo sugieren revisar en el caso que sea denostativo. Tampoco interfieren en la forma de escribirlo, ya que es la propia familia la que da curso a la forma en que se leerá el nuevo ciudadano.

Un nombre prestado

Pasando por la guía de teléfono hay unas cuantas Miryam Hernández, Jennifer López, Cristian Castro, Paulina Rubio, Fernando Alarcón, Felipe González, Soledad Alvear, Ricardo Lagos y otros que suenan muy normales, pero evocan a figuras famosillas y frecuentes en los medios de comunicación.
El concejal Fernando González es uno de ellos. Dice que el que fuera tenista número uno de Chile le prestó ropa con su nombre muy adecuado en la primera fase de su carrera política. “De hecho para mi primera campaña mi eslogan fue: Ahora me toca Servir y aparecía gráficamente una pelota de tenis… Obviamente es una grata coincidencia. Yo soy mayor que él, por lo que reconozco que tuve suerte que naciera un deportista talentoso con mi nombre. Aún me sirve como gancho. Cuando me presento, siempre digo: Fernando González, como el tenista, y la gente no se olvida más”. Pero llevar el nombre de un conocido le obligó también a ponerse en forma y aprender a raquetear. Se hizo socio del Club de Tenis de Concepción y ya no pasa vergüenza cuando alguien lo invita a jugar. “Antes debía dar explicaciones porque daba bote en el deporte. Ahora ya tengo algo de práctica”, explica. De hecho en alguna oportunidad se cruzó con el Bombardero de La Reina y juntos sonrieron para la foto.

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