Humanidades para otorgar un sentido de trascendencia

/ 21 de Julio de 2017
col-USS Cristian Medina V.
Dr. Cristián Medina Valverde Académico de Instituto de Historia Universidad San Sebastián

Optar hoy por carreras humanísticas, que apuestan al conocimiento, parece ser propio de personas ilusas o arriesgadas. No obstante, ejecutivos de importantes empresas tienen formación en humanidades. Carly Fiorina, exdirectora ejecutiva de Hewlett-Packard, estudió Historia Medieval y Filosofía; Susan Wojcicki, actual directora ejecutiva de YouTube, estudió Historia y Literatura; Peter Thiel, fundador de Paypal, es filósofo; Frederic Mazzella, fundador de BlaBlaCar, es músico, y José Ángel Sánchez, director general del Real Madrid F.C., es licenciado en Filosofía y Letras. Más aún, compañías como Google, IBM o Microsoft están incorporando a trabajadores con marcado sello humanístico para que les ayuden a comprender a los usuarios y sus experiencias.

Las carreras de humanidades, que no se miden necesariamente por su renta económica, resultan fundamentales para el desarrollo del espíritu humano y la convivencia democrática. Formarse en la curiosidad por las grandes interrogantes existenciales, la creatividad, el pensamiento analítico/abstracto, el estudio de las sociedades, la capacidad de trascender, la riqueza argumentativa, la solidez de los sentimientos morales y la sensibilidad ética, entre otros, es clave para quien desee ir más allá del consumo y el orden imperante. En un mundo tan tecnificado, nos ayudan a pensar “fuera de la caja”.

La historiadora Sol Serrano señala que la aplicación de las humanidades permite desarrollar destrezas del pensamiento crítico, complejo, empático, orientado hacia el sentido y la innovación y que, por tanto, los nuevos diálogos que éstas pueden tener con las disciplinas científico-matemáticas nos obligan a generar otros conocimientos y realidades.

Acercarse a las humanidades no sólo aporta valor cultural, son necesarias en la formación del ciudadano que vive en una sociedad democrática y que aspira a crecer en la proporción que le corresponde. Lamentablemente, en Chile no existe voluntad política para dotar a los sistemas educativos del adecuado cultivo de estas disciplinas, las que han sido gradual y sistemáticamente arrinconadas, relegadas y, a veces, olvidadas a favor de entregar competencias técnicas que contribuyan al proceso económico en desmedro de la formación de la persona humana.

En un mundo cada vez más global, competencias como la tolerancia, la empatía, la creatividad, el razonamiento lógico, la apertura intelectual y la capacidad de innovación se desarrollan plenamente en las humanidades. Cultivarlas con honestidad y vocación contribuye a forjar una sociedad más humana, justa, libre y con sentido de trascendencia.

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