Iván Quintana, el compañero

/ 23 de Mayo de 2014

Bien entusiasmado en el cargo se advierte a este abogado que, como tantos otros militantes, vivió penurias el 73. No es rencoroso, dice, pero reconoce sed de justicia para todos quienes sufrieron violaciones a los derechos humanos. En su oficina, bien franciscana, habló de los desafíos del Gobierno, de la implementación de sus reformas, de la campaña del terror de los “retardatarios” de siempre,  y anticipó que la Reforma Laboral comenzó a abrirse paso después del 1 de mayo, como también el plan de estrategia de desarrollo regional. Crear fuentes productivas y conservar las deterioradas para revertir las cifras en rojo del 8,6 % de desempleo y la fuga de talentos jóvenes, está entre las prioridades de la Intendencia del Biobío, de la que forma parte como el único militante comunista.
Por Sonnia Mendoza | Fotografías de Gino Zavala.
Quintana-2 Con un “¡Hola, compañero!” lo saludan sindicalistas en las reuniones formales que ha tenido por estos días y él, como si nada, corresponde de la misma manera. “Soy fiel al trato que hemos mantenido durante mucho tiempo”, dice este abogado de asuntos laborales, tomecino, pero avecindado en Concepción desde los 11 años, luego que sus padres lo mandaran interno al Liceo Enrique Molina Garmendia. Justamente allí, a temprana edad, de la mano del profesor Marcos Ramírez, a quien recuerda con cariño y respeto, conoció e hizo suyo el pensamiento del Partido Comunista.
Con 78 años a cuestas, cuatro hijos, siete nietos -una de las cuales, Sofía Eichin, siguió sus pasos- Iván Eliseo Quintana Miranda, el hoy flamante seremi del Trabajo, dos veces regidor y una  vez diputado por Concepción, Tomé, Talcahuano, Coronel y Yumbel hasta septiembre de 1973, reflexiona sobre los desafíos que le impone el cargo, su experiencia como preso político y exiliado, el juicio con el Fisco por la propiedad del ex Diario Color, que llegó a tener un tiraje de 40 mil ejemplares,  y el trabajo en terreno que realiza hoy, donde se siente como pez en el agua.
Habla y defiende con pasión las reformas que propone el gobierno de la Nueva Mayoría. Y a la tributaria -ya aprobada en la instancia legislativa de la Cámara de Diputados para seguir su segundo trámite constitucional en la comisión de Hacienda del Senado-; la del sistema binominal y la de  educación, anticipa que la reforma laboral se avecina como el cuarto pilar de cambio posible de impulsar: “Ya hay convergencia en la necesidad de afirmar el rol de los sindicatos en la negociación colectiva para que el derecho a huelga sea, efectivamente, un derecho que se pueda ejercer en la realidad; la no contratación de personal externo (en el mismo período) y muchas cosas más que se están abriendo camino desde el punto de vista laboral”.
De septiembre del 73, del que se escapó “jabonado”, no así sus compañeros, el ex intendente de Concepción, Fernando Álvarez, y  el ex alcalde de Lota, Danilo González, con quienes compartió un jergón en la Isla Quiriquina, recuerda que el golpe lo sorprendió en Talca junto a otros dos diputados con quienes viajaba al Congreso, en Santiago, para la sesión del 11. “A las 7 ó 7.30 horas escuchamos el primer discurso de Allende en que advertía acerca del alzamiento de la marinería en Valparaíso. Ahí se trastrocó todo”.
Una patrulla militar los llevó al  Regimiento de Telecomunicaciones de Curicó; estuvieron un par de horas retenidos, luego les permitieron viajar al norte del país  -“cuando partimos en el station, los caminos estaban vacíos, era una sensación terrible de terror; todos pensábamos que nos iban a asaltar, a matar”- y por el toque de queda, a las 14 horas, buscaron refugio en Rancagua. En una obra en construcción, trabajadores que se mantenían en sus lugares de trabajo, celebraban una asamblea. Allá llegaron y a uno de ellos le pidieron hacer uso de la palabra. En eso estaban, cuando se presentó Carabineros. Todos fueron detenidos, pero los diputados escaparon a una población de emergencia. Se quedaron “en una casita elemental, pero con gente de un corazón increíble”, recuerda.
Con el paso de los días, Quintana decidió regresar a Concepción. Alcanzó a llegar a Coyanco, en Quillón, donde un pariente, y “cometí el error de mandarle a decir a mi familia que estaba ahí. En la noche me detuvieron”. De ahí a Bulnes, Isla Quiriquina, Cuarta (Primera) Comisaría de Carabineros en Concepción “donde fui torturado”- y dos años después, el exilio en Frankfurt, Alemania.  Regresó al país en 1988.
No se reconoce un hombre rencoroso, pero guarda “un sentimiento y una necesidad de que se haga justicia en cada caso particular en que se cometieron violaciones increíbles a los derechos de las personas”. Sabe bien, dice, quienes fueron sus verdugos porque entre los prisioneros políticos había un relato fluido y permanente de  todo lo que ocurría en los centros de detención. Por lo mismo, “conocíamos los nombres de todos los torturadores y la descripción física; todo eso lo manejábamos con mucha nitidez y así lo declaré en enero del 76 ante las Naciones Unidas, en Ginebra”, y luego ante el ministro Carlos Aldana.
– Pero ahora está en otra posición, ¿qué siente un integrante del PC al estar en la mesa del poder?
Sí, para ser objetivos estamos en una parte del poder; en el Gobierno. Para nosotros es importante estar en el frente laboral; no es sencillo ni fácil, pero pienso que existe la posibilidad de avanzar en las reformas de fondo que vayan en el perfil de la mayoría de los chilenos, pese a la campaña del terror que ya se ha desatado por las fuerzas retardatarias que siempre operan en nuestro país cuando se avizora la posibilidad de un pequeño cambio que mejore la iniquidad que se vive en nuestra sociedad.
– La reforma tributaria (aunque aprobada por la Cámara de Diputados) ha desatado polémica. Una opinión en contra la manifestó el diario estadounidense Wall Journal Street con la columna de Mary Anastasia O’Grady que califica esta iniciativa legal como “un atentado contra el milagro chileno”. ¿Qué le parece?
Pudiéramos vincularlas a las expresiones del embajador norteamericano (miércoles 7) en Santiago. De alguna manera reitera este concepto; a mí me parece que se corresponden con opiniones que  siempre hemos escuchado cuando se trata de hacer cambios que pueden tocar los intereses de sectores privilegiados. Ni siquiera se ha planteado, en el momento actual, los impuestos que debieran imponerse a las grandes empresas que explotan nuestros recursos naturales. Creo que es un sentir colectivo, pero no está en el programa del gobierno de la Nueva Mayoría. Sólo se trata de avanzar en el término de la desigualdad en nuestro país; ni siquiera se ha planteado en terminar con el modelo. Subir de un 20 a un 25 % los impuestos a la renta a los grandes empresarios no es algo exagerado. Es propio de cualquier economía que se encuentre en el estado de desarrollo de la nuestra.
– El diario norteamericano dice que el Gobierno “está enviando señales de un cambio en las reglas de juego que sugiere un regreso a la polarización política de comienzos de los años 70”. Como integrante del comité central del PC, ¿podría asegurar que una polarización de las fuerzas no  podría retrotraer al país a 1970?
(Se ríe) Estamos a años luz de lo ocurrido en los 70. Ese año lo que se planteó  abiertamente y lo que estaba en ejecución era la realización de un gobierno elegido con el carácter de gobierno popular para hacer un cambio social de fondo en la perspectiva del socialismo. Eso no se ha planteado en el tiempo presente. Evidentemente había otra correlación de fuerzas, otras expectativas al movimiento popular del año 70. Eso no es exactamente lo que está ocurriendo ahora. La campaña del terror ha tenido repercusiones también desde el punto de vista internacional, pero lo que han dicho dirigentes de la Cámara Chilena de la Construcción, de  que tres de sus asociados estaban dispuestos a irse del país e invertir en el extranjero, en atención a la  reforma tributaria planteada por el Gobierno, me parece un exceso que carece de toda justificación, atendida la forma en cómo se desarrolla el proceso aquí y las utilidades de las empresas, que son evidentes.
– En esa misma línea, la encuesta de Corbiobio recoge la opinión de que un 58,6 % de los consultados en la zona no quiere pagar más impuestos.
¿Cuál era la pregunta de Corbíobío? ¿Usted estaría de acuerdo en que le aumentaran los impuestos con la finalidad de disminuir la desigualdad? La respuesta era obvia, quién iba a contestar que no, máxime si son trabajadores o gente con escasos recursos, porque van a seguir sacándoles a ellos dinero con el objeto de llegar a una finalidad correcta. La pregunta era inductiva a la respuesta.
-Viñateros del valle del Itata, con el diputado Jorge Sabag a la cabeza, hicieron ver la inconveniencia de alzar de un 15 a un 24 % el impuesto al vino, todo lo cual está dentro de la reforma tributaria, pues afectaría a más de 6 mil pequeños productores de la zona. O sea, más problemas para su cartera, ya que hay 14 hectáreas dedicadas al rubro del vino. ¿Qué dice?
En relación a los pequeños productores de vino, la base del problema está ahí: les han llegado a pagar $20 pesos por el kilo de uva hace cuatro o cinco años; este año estuvo en $90 el kilo de uva negra, un poco mejor que la blanca. Con esos precios tampoco pueden subsistir los pequeños agricultores. Si elaboran vino y hay un impuesto al vino, obviamente les va a ser más complicado. Hay que ver eso. Históricamente se daba un cambio en el pago de impuestos al agricultor. En mi época, los impuestos que pagaban los agricultores de Perquilauquén al sur, en particular los viñateros, eran más bajos en relación a la zona central y norte. Tienen menos superficie, la uva es de menor calidad aunque se está reivindicando el valor de los viñedos de la zona. En todo esto hay que tener en consideración lo que expresan los interesados. Es un asunto que está en trámite y que, en consecuencia, puede ser materia de intercambio de opiniones.

Reforma laboral, el cuarto pilar

-Y esto de estar en terreno con cuanto ministro y subsecretario llega a la zona ¿le acomoda?
Me parece que es una cuestión indispensable estar en permanente relación con quienes podrían ser los destinatarios y también los principales responsables de que los cambios que estamos planteando se concreten.
-O sea, se está aplicando la política al estilo del PC. Ustedes siempre han estado en la base, en la población…
Eso es mucho decir. Hay interés de todos por estar en la base y explicando lo que estamos realizando. He tenido experiencias en Chillán y en Los Ángeles, estuve con 120 dirigentes sindicales, lo que es un buen número, hablando más específicamente de la situación laboral que se levanta como el cuarto pilar del cambio posible de impulsar por la Nueva Mayoría: la Reforma Laboral. De este pilar se ha hablado poco, pero tuvo un desplazamiento importante con la celebración del 1 de mayo.
-Entiendo que las relaciones entre la CUT y el Gobierno están de maravillas. Pero otros sectores celebraron por separado: la Fenats, la Unión portuaria y los estudiantes  se fueron a  Las Salinas, a Talcahuano. Felipe Quezada, presidente de la FEC, declaró que: “La representatividad que buscamos es la de un sindicalismo de base y no es compatible con la CUT, que está muy ligada al Gobierno desde que el PC se unió a la Nueva Mayoría; no compartimos la forma de plantear sus demandas”. ¿Qué dice?
Yo creo que lo fundamental para el movimiento obrero desde siempre ha sido el criterio de la unidad. Cada vez que la CUT ha hecho algo, se ha alzado uno paralelo en Talcahuano. No creo que sea lo correcto, lo ideal sería que todos los sindicatos concurrieran a una sola manifestación,  al 1 de mayo central, en la ciudad capital, aunque perfectamente se pueden hacer otras manifestaciones en otras comunas, en horas diferenciadas. No creo que sea lo mejor subrayar las diferencias que existen dentro del movimiento sindical como el 1 de mayo sino que, precisamente, habrá que hacer el esfuerzo para concluir en los puntos que nos pueden unir. Que nosotros estemos en el Gobierno no significa que no seamos conscientes de las necesidades que existen y un elemento fundamental como para desarrollar, incluso las tareas del Gobierno, es la presencia de las organizaciones sociales tras las tareas que le interesan a nuestro pueblo.
-Esta insistente presencia del Gobierno en terreno me recuerda mucho cuando venía Pinochet a la zona y a la gente la llevaban obligada a esperarlo a Carriel Sur o adonde se hiciera el encuentro masivo con la autoridad ¿Están incurriendo en lo mismo que tanto criticaron?
No, para nada. Primero, nunca hemos tenido ese método. Nosotros, por lo menos, jamás. Siempre hemos hecho un gran  esfuerzo para mover a gente con muy escasos recursos que, en general, se moviliza sólo por la fuerza de su propia conciencia. Eso ni siquiera lo he avizorado. Ahora, que hay un asunto distinto, lo hay; que está viniendo más gente y no son los mismos de antes. Lo digo por los trabajadores. Yo he conversado con los de Asmar y con los portuarios.  Somos como un puente para el contacto entre todos. Particularmente pienso que esa reunificación, volver a manifestar la unidad del conjunto de los trabajadores es importantísimo si se está pensando en estos cambios que son, precisamente, de beneficio para los propios trabajadores y para los más necesitados del país.
-¿Y se ha reunido con dirigentes del empresariado?
He estado en la CCHC con empresarios en la mesa que desarrolla la Dirección del Trabajo, en la Intendencia, al lado del intendente. En mi caso, ha sido una presencia protocolar con el objeto de mantener el vínculo con la intendencia y no más.
– Desde su cartera, cómo piensa hacer para,  un lado, conseguir que se respeten los derechos laborales, y del otro, abrir nuevas oportunidades de trabajo en la zona que tiene un 8,6 % de desocupación. Una reciente encuesta de Corbiobio destaca, además, que un 27,1 % de jóvenes profesionales está sin trabajo y muchos más se están yendo en busca de mejores oportunidades.
Hay una estructuración en el trabajo del equipo de Gobierno, en esta parte del país, que se da primero en la implementación de las 56 medidas que se tomaron como “indispensables” para concretar lo ofrecido en la campaña de la Presidenta. Pero, una segunda etapa, que ya está en progreso, está estructurando el plan de desarrollo regional. Tenemos la necesidad, efectivamente, de crear nuevas fuentes productivas. O de cuidar las que existen porque están con mucho deterioro. Es cierto lo que plantea la encuesta, todos los profesionales nuestros emigran. Tienen muchas más posibilidades en Santiago o en el norte del país, aunque también hay problemas en la zona norte. El cuidado de nuestra Región nos parece indispensable para crear fuentes de trabajo estable y con remuneraciones dignas.
-¿Y eso pasa por conversar más con el empresariado?
Efectivamente debe haber empresarios con responsabilidad social que van a tomar esto como un desafío y que la Región debiera cubrir en su conjunto.
-Pero esta Región está creciendo a paso de tortuga…
Está al revés, está decreciendo. Por eso tiene que venir un plan de desarrollo planteado desde el Gobierno para que se incremente el aporte de nuestra Región al Producto Interno Bruto. Estamos en los últimos lugares en el país. El plan de desarrollo regional lo tenemos que enfrentar como tarea propia inmediatamente después de terminado este esfuerzo inicial por las primeras 50 ó 56 medidas.
-Desde el mundo laboral ¿qué es lo que no debería faltar ahí, en esa estrategia?
Que siempre se ponga el centro, precisamente, en las necesidades de los sectores más postergados de nuestro país y, como Gobierno que se dice democrático-progresista, considerar trabajo estable, remuneraciones dignas para quienes son parte fundamental en la creación de la riqueza.
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La Iglesia mediadora

-¿A usted le parece bien que la Iglesia siga mediando en conflictos laborales en la zona? Se vio con los subcontratistas que construyeron el mall del centro, algunos de los cuales se subieron a las grúas porque no les pagaban. ¿Cómo habría actuado usted frente a una situación así?
La mediación de la Iglesia Católica se ha presentado como una necesidad en muchos casos y no  me parece mal que, a falta de instancias que debieran existir y darse en la realidad, ella pueda cumplir una función de esta naturaleza. No es excluyente ni  lo debiera ser. Creo, sin embargo, que nosotros tenemos que hacer el esfuerzo para estar a la cabeza de los problemas de esa naturaleza. Es una responsabilidad nuestra; que vamos a dar solución a los problemas de la noche a la mañana o siempre, eso es otra cosa.
-¿Fallaron las autoridades del Trabajo de la época?
Es una falla del sistema. En general es gente que vive de su trabajo, eran pequeños empresarios. Pymes que habían sido violentadas en cuanto a los contratos que habían suscrito con empresas de mayor envergadura. Era un problema del trabajo y social, una expresión de las fallas del sistema actual existente en nuestro país.

 “No soy servidor público”

-¿Le apasiona más el mundo de la política que el del Derecho?
Nunca lo he visto como contradictorio. Cuando trabajé como abogado, hasta el 73, lo hice fundamentalmente en Derecho Laboral. Como una manera de realizarme en la vida, yo me dediqué a ese aspecto. Hoy día hay muchos. Había un grupo de abogados comunistas que nos dedicábamos a atender trabajadores sabiendo que ellos se pueden defender por sí solos. Tienen suficiente capacidad y energía para organizarse y pelear por sus derechos, nosotros sólo les colaborábamos.
Lo he hecho, pero no como los  otros políticos, sino como una forma de expresarse en lo que uno siente que debe hacer, si hay un cambio social, necesariamente tiene que expresarse en lo político. Nunca he dicho que soy un servidor público, que estoy sacrificándome para ayudar al resto, no. Ejercito la acción política como una manera de realizarme en la vida no más.
-En los tribunales ¿lo  discriminaron por ser PC?
En los tribunales no, pero sí por el hecho de ser comunista, claro. Si tú sostienes ideas que están en contrapunto con lo oficial que también tiene su expresión en la jurisprudencia, obviamente puedes aparecer en cierto sentido desmedrado, pero no en la cuestión de la relación personal. Siempre tuve buenas relaciones con los jueces y los ministros. Esta Corte de Apelaciones tuvo  grandes  ministros -y puede que ahora los haya también, pero personalmente no los conozco-, pero desde el punto de vista de los Derechos Humanos se olvidaron todos de René Cánovas y de José Martínez Gaensly,  que llevaron adelante procesos cuando era muy difícil.
-La actividad política está tan desprestigiada hoy,  ¿su línea es distinta?
No sé si mantengo una posición diferente. Estoy en este cargo como la expresión de la necesidad que siento de concretar lo que pienso. Y se puede también concretar lo que pienso cuando colaboro al cumplimiento de un programa de gobierno que me parece es favorable para la mayoría de los chilenos. No vengo a este cargo porque quiera tener poder político o ejercer los beneficios que pudiera traer para mí el cargo de seremi.

El Diario Color

Contra todo mito, Quintana admite haber sido socio minoritario del hoy desaparecido Diario Color, en el que, pese a su corta vida durante la Unidad Popular, trabajó un centenar de personas y alcanzó un tiraje de 40 mil ejemplares.  El diario fue intervenido el 73 y se cerró el 76. Como empresa -evoca- liquidó cuando se acabó el contenido de lo que era el diario, abierto a moros y cristianos. “Con la forma que había en la época para la difusión de las noticias era imposible mantenerse. Todos creen que hice un gran negocio, pero no es así. Tengo la impresión que no fue un buen resultado para los socios Nuncio Ready, Jorge Peña y yo, como abogado”.
-¿Qué pasó, al fin en el litigio con el Fisco?
Terminó de una forma que satisfizo parcialmente las exigencias de la empresa que era propietaria del diario. Incluido intereses y todo, se pagaron como $1.600 millones, lo que fue muy inferior a lo que costaba el diario. Se pagó el valor de la propiedad conforme a la tasación fiscal. Un inmueble siempre vale dos o más veces que lo que fija la tasación fiscal. Fue un buen resultado para el Fisco, pero algo resultó para los socios de la época. Era una iniciativa interesante que se perdió con el proceso democrático del 73. Nos pagaron el equivalente a los componentes de la empresa, pero no se pagó la empresa. Antes del juicio se vendieron las máquinas, el terreno, todo.
-¿Y qué aprendió de Periodismo ahí?
No interveníamos en la parte periodística, no imponíamos criterios, nada. Eso lo hacía el equipo editorial y la gente que trabajaba en el diario.

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