La práctica deportiva no es incompatible con el embarazo. Sin embargo, quienes optan por realizarla deben estar asesoradas por especialistas para conocer qué rutinas pueden ejecutar. Ello porque existen contraindicaciones absolutas, como placenta previa e incompetencia cervical, entre otras, así como contraindicaciones relativas, como anemia severa o arritmia materna sin pase cardiológico.
A la hora de evaluar qué ejercicio es recomendable, se sugieren aquellos de predominio aeróbico que no tengan mucho rebote o impacto y que no presenten riesgo de caídas o de traumatismos con objetos (como balones, por ejemplo).
Sí es aconsejable realizar caminatas, natación y bicicleta estática a velocidad moderada.
En lo que respecta a los ejercicios de yoga y pilates, se estima su utilidad siempre y cuando estén adaptados por profesionales con conocimientos adecuados sobre las condiciones de embarazo. No son recomendables la bicicleta de ruta o mountain bike, esquí, deportes con pelota, cross fit, paseos o entrenamientos a caballo, buceo, trote de intensidad vigorosa o de largas distancias.