La política fracturada

/ 31 de Mayo de 2013

Cuando la opinión pública chilena escucha del acontecer político nacional, detiene su mirada en la pantalla televisiva o, simplemente, lee respecto de lo cotidiano entra en shock, cree no comprender nada de nada respecto de los sucesos políticos. Es que los chilenos, una vez más, gracias al errático hacer de sus políticos, están desorientados.
Para quienes desde siempre hemos hecho parte importante de nuestra vida a la Política -sí, esa con P mayúscula- nos duele y provoca desilusión el actual estado de cosas en la materia o, como diría el politólogo, “el estado del arte”. Es que el dibujo político nacional ya no acepta los puntos cardinales de “uniformidades”, “antagonismos”,”contradicciones” y más, que usamos los cientistas políticos en nuestro glosario conceptual universal.
El reparto de la incomprensible escena política nacional se apoya en dos enormes y deterioradas columnas. Una, la de centro y centro derecha. Otra, la de centro, centroizquierda e izquierda. Ambas “cuando el día todavía no se inicia y la noche está sin tocarla”, en lenguaje campesino, ya han cometido decisiones y tamaños errores inexcusables. De un lado, un pre candidato presidencial gustador de paraísos fiscales y, de otro, un conglomerado que hace de la contradicción vital, como del predicar y no practicar, su verbo, tanto así que el fundamento y centro de su discurso político siempre fue en favor de las elecciones primarias en tanto ejercicio virtuoso de la moderna democracia chilena. Y, tal grupo político hace unos días no ha sido capaz de lograr para sus huestes las prometidas elecciones primarias, no siendo capaces ni tan siquiera del necesario acuerdo parlamentario entre los actores, y hasta el momento en un estadio o etapa sin avance, ahí estamos.
Gráfica propia de Dalí, película del género Felliniano en que cada uno de sus actores, incluyendo a los menores, esos llamados de reparto, representan una contradicción en sí mismos. Nótese que empleamos la palabra contradicción expresa y tácitamente en nuestro artículo. En ese camino quien aparece con la primera opción estadística transitando por el ruedo político es una candidata que prefiere no hablar, haciendo del cómplice silencio un comodín del naipe que le permite “Pasar” sin dar respuesta.
Sabemos que en ciencia política existe una o más galaxias de distancia entre la opinión pública y la opinión publicada. En efecto, nada en política se constituye en algún criterio anticipatorio en solemnidad. En otras palabras, nadie resulta victorioso en alguna elección sino hasta el momento en que se cuentan los votos y transcurren todos los plazos legales para dejar la misma a firme y ejecutoriada en términos legales. Mientras aquello no ocurra nos encontramos en la fase previa abundante de toda suerte de estimativas y axiologías políticas. Toda elección que no sea la presidencial es de tono menor aún cuando tenga significativa importancia.
Hoy, el ambiente o ethos político chileno está por demás cargado. El aire está pesado. No hay buen olor y ese aroma desagradable tiene incómoda a la población nacional desencantada cada día más de la política cotidiana y contingente.
A pesar de que han transcurrido más de veinticinco siglos, la tarea propuesta por Heródoto en la primera obra de ciencia política humana respecto de las formas de gobierno, todavía está, al menos en este codo sur de América por escribirse, encontrándose absolutamente fracturada.

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