Las elegantes y europeas casas del Barrio Maule

/ 6 de Abril de 2021

Patrimonio arquitectónico en Coronel

Uno de los tantos rastros que dejó la industria del carbón en la Región del Biobío fue la arquitectura. El Barrio Maule, ubicado en la comuna de Coronel, simboliza con sus casas, jardines, pabellones y pórticos una época dorada de pujante desarrollo económico y de fuerte influencia británica.

Durante más de un siglo, la minería del carbón fue la principal actividad económica en las comunas de Lota y Coronel. Coronel llegó a ser una ciudad portuaria cosmopolita que atrajo a extranjeros de las más variadas nacionalidades.

Sin embargo, la industria del carbón promovió especialmente la llegada de profesionales ingleses que arribaron a Chile para trabajar en las minas desde la segunda mitad del siglo XIX hasta las tres primeras décadas del siglo XX aproximadamente. El censo chileno de 1907 señalaba que del total de inmigrantes que en esa época residía en las ciudades de Lota y Coronel, el 8 %, correspondía a ciudadanos ingleses. Su influencia se vio fuertemente reflejada en construcciones que se levantaron en esa zona y que hoy son consideradas como parte del patrimonio regional.

El Barrio Maule de Coronel es un buen ejemplo, donde aún se conservan viviendas con hermosas fachadas de arquitectura inglesa que evidencian lo que un día fue la próspera industria carbonífera nacida con Federico Schwager en esa ciudad

Reflejo de una era El Barrio Maule se construyó a finales del siglo XIX. “Fue un conjunto habitacional que se ubicó muy cerca de los piques e instalaciones industriales, donde vivían altos ejecutivos y operarios de la Compañía Carbonífera y de la Fundición Schwager”, cuenta el historiador Manuel Gutiérrez González. El también académico de la Universidad Católica de la Santísima Concepción (UCSC) ha investigado sobre la influencia británica en Coronel durante el período carbonífero. Su interés nace también porque su bisabuelo, Manuel González Thompson, fue administrador de las minas de carbón de Buen Retiro, que se ubicaban dentro del circuito histórico de Maule Schwager.

El Barrio Maule se construyó a finales del siglo XIX. “Fue un conjunto habitacional que se ubicó muy cerca de los piques e instalaciones industriales, donde vivían altos ejecutivos y operarios de la Compañía Carbonífera y de la Fundición Schwager”, cuenta el historiador Manuel Gutiérrez González.

Además de la arquitectura, y de ser una urbanización destinada en específico para el alojamiento de trabajadores de la industria, el Barrio Maule es un reflejo del estilo de vida del Coronel decimonónico. Un estilo de vida muy influenciado por la Europa industrial, donde las casas se encuentran sectorizadas de acuerdo con la clase social del trabajador. Mientras los pabellones pertenecían a los operarios de la mina, las viviendas más grandes estaban destinadas para los ejecutivos de la empresa.

El Barrio Maule destaca de sobremanera por su lenguaje arquitectónico. Sobre los famosos pabellones, el arquitecto y autor del blog Historia Arquitectónica de Concepción, Luis Darmendrail Salvo, explica que se trataba de viviendas obreras europeas, orientadas en su mayoría al mar, de fachadas continuas y agrupadas una al lado de la otra”.

Por su parte, las avenidas del barrio tenían además jardines sin rejas, evocando a un típico parque inglés. En el pasado, y en las cercanías, se ubicaba la iglesia anglicana y las canchas de césped para distraerse con variados deportes.

“Todo ello representa de excelente manera la importancia de algunas industrias en la construcción de barrios”, agrega Darmendrail.

Las viviendas del Barrio Maule se caracterizan por sus fachadas antecedidas por amplios jardines, sin rejas, evocando el urbanismo inglés.

Críquet y té

El estilo de vida que llevaban los habitantes de este barrio no sólo se relaciona con las viviendas y el trabajo duro en la minería. “Actualmente sólo permanece la huella de lo arquitectónico y urbano, porque otras costumbres típicas de la época han desaparecido”, advierte Manuel Gutiérrez.

El historiador cuenta que ya casi no quedan muchos descendientes de aquellos británicos que originariamente vivieron en las casas y pabellones del sector Maule Schwager. La mayor parte de ellos se fue a vivir a Concepción y a otras ciudades.

En su momento de mayor esplendor, Coronel tuvo mucha actividad de comercio, que se vio influenciada por la expansión urbana del centro de la ciudad, donde todavía quedan reliquias de ese pasado, como el reloj de cuatro esferas de la Plaza 21 de Mayo, donado por el empresario carbonífero Federico Schwager, quien lo trajo desde Inglaterra en noviembre de 1881.

Por esos años, también el Barrio Maule reunía en sus casas a la población de trabajadores, los de la “plana mayor”, en amenas veladas, que después terminaban frente a la playa o en el Club Maule, el que aún existe. Allí, la infaltable “hora del té” se mantuvo por varias generaciones.

Además, y con bastante habitualidad, se practicaba el críquet, deporte tradicional británico de bate y pelota, en el que se enfrentan dos equipos de once jugadores cada uno. Muy común era que se organizaran competencias entre ingleses y chilenos.

Más preocupación

El Barrio Maule representa hoy una de las zonas patrimoniales más importantes en la historia del carbón en Chile. Sin embargo, su conservación preocupa. “Las catástrofes naturales y la falta de recursos han conspirado para que nuestra Región vaya perdiendo su patrimonio histórico material de manera inexorable”, opina crítico Manuel Gutiérrez.

El terremoto de 2010 dejó varias fachadas de casas dañadas, especialmente las del Barrio Maule. Afortunadamente se destinó un subsidio para que las viviendas patrimoniales pudiesen ser reparadas.

El Barrio Maule también cuenta con el reconocimiento de Monumento Histórico en calidad de Zona Típica desde el año 2014. Pero pese a estas mejoras, falta más por hacer, a juicio del historiador Manuel Gutiérrez.

Hay un patrimonio social y humano que se ha perdido debido a la falta de conciencia y olvido de las tradiciones de nuestros antepasados. Eso en definitiva se puede resumir como falta de cultura”, concluye.

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