Los adultos mayores tienen mucho futuro

/ 24 de Agosto de 2012

Son verdaderos ejemplos de vitalidad y con una admirable historia de realizaciones, adultos mayores que no se quedaron enredados en la nostalgia y están hoy en la vanguardia, marcando el camino en un Chile que paulatinamente deja de ser un país de jóvenes. Para ellos la edad es apenas un dato pues son capaces de aprender cello a los 80 años, seguir atendiendo pacientes tras 60 años de labor, o conducir un programa televisivo.

En la Región del Biobío, los adultos mayores son 297 mil 318 según informa el Senama Regional. Lucy Amenábar, su Coordinadora, señala que eso equivale a un 14,7% de la población de la zona, que asciende a 2 millones 36 mil habitantes. Una cifra que seguramente cambiará gracias a los datos que aporte el Censo 2012, pues en la realidad el Biobío supera ampliamente las 300 mil personas mayores.
Es el nuevo contexto demográfico al que se asoma Chile y que lo obligará a cambiar su mirada respecto de los adultos mayores, cada vez más independientes, autovalentes y dispuestos a ganar -o más bien a no perder- su espacio en el mundo actual. No por nada sólo en el Biobío el 61% de estas personas mayores son jefes de hogar.
Aunque como señala Maribel Vidal, ejecutiva de McCann Erickson, a pesar de tener un poder adquisitivo en Chile de 16 billones de dólares anuales los adultos mayores -el 15% de la población nacional- son los grandes consumidores olvidados por el mercado. El marketing recién los está considerando, pero ellos hace rato que se impusieron un desafío: integrarse y, como nunca antes, mantenerse vigentes y ser también parte del futuro.
Cincuenta años atrás, a quienes llegaban a los sesenta se les consideraba viejos. Hoy, los adultos mayores están cada vez en mejor forma, son personas dinámicas, progresivas, con inquietudes culturales y sociales, independientes y preocupadas por su salud y bienestar.
Olga, Tulio, María Isabel, Elena y Fructuoso son ejemplo de ello. A pesar de sobrepasar todos los 70 años ostentan una vitalidad envidiable, están cabalmente informados de lo que sucede en Chile y el mundo, viajan, trabajan, estudian, escriben libros, aprenden a tocar instrumentos y conducen programas de televisión. Ellos han decidido tomarse sus “años dorados” sólo como el comienzo de nuevas aventuras.

Olga Álvarez de Varela: Una vida al compás de la música

Cada sábado a la misma hora, un joven que lleva a cuestas un pesado objeto toca a la puerta de Olga Álvarez de Varela, educadora jubilada. A primera vista parece ser parte de la familia, un nieto quizás, pero esta relación es algo distinto: se trata de profesor y alumna… y el bulto no es otra cosa que un violoncello.
Y es que a sus 81 años esta activa mujer decidió empezar a estudiar cello. “Hace años escuché a Jacqueline du Pré y me pareció simplemente celestial; desde ahí quise aprender a tocar, pero no tenía tiempo”. Y es que antes estuvo ocupada acompañando a su marido (ingeniero químico), que debido a su trabajo debía asentarse en distintas ciudades; cuidando a sus tres hijos- hoy ya mayores-, y en su carrera de educadora diferencial y de párvulos. Y cada una de esas labores las realizó acompañada de música. “Siempre les canté a mis hijos y en las reuniones familiares todos cantábamos”.
Como educadora también incorporó la música a sus clases. “Soy una convencida de que los niños responden a ella y los ayuda a concentrarse. Por eso, es que estoy absolutamente en contra de la idea del Ministerio de reducir las horas de Educación Musical. Sin arte, sin música, seríamos autómatas, todos iguales… Creo que la música es ritmo y esa es la base de todo en la vida… Las matemáticas tienen un ritmo, leer, escribir, todo en la vida es así. Y además, qué triste sería la vida sin música, ¿no les parece?”, cuestiona.
Y al verla en su casa, casi flotando encumbrada en sus zapatos con tacones de 10 centímetros -habituales en ella-, es fácil creer que Olga ha vivido su vida imbuida en la música, llena de optimismo y energía. De hecho, también toca piano, canta y fue directora del Coro Comunal de Niños de Chiguayante, galardonado varias veces, el que debió abandonar hace un par de años debido a la falta de implementos y condiciones necesarias para funcionar de manera óptima. “Fue una gran pérdida, el coro podría haber puesto a Chiguayante en el mapa como un eje cultural”.
Mientras Olga practica, su profesor de cello, Nicolás Gutiérrez, nos dice que “ella tiene muy buen oído. Este es un instrumento difícil y aprende muy rápido. Ha sido una experiencia enriquecedora. Ella entrega tanta sabiduría, de esa que sólo se adquiere con los años. Creo que me ha entregado más conocimientos que yo a ella”.

Tulio de Cortillas: Apasionado por el arte

La pasión por el arte y la estética ha definido la vida de Tulio de Cortillas Valdés. Periodista gráfico de profesión, su actividad ha desbordado las amplias avenidas de la cultura, con seguridad su hábitat natural. A sus 73 años, Tulio se siente realizado y cómodo como conductor del programa Amor al Arte, que se exhibe en el canal de Televisión de la Universidad de Concepción (TVU).
Desarrolla con éxito el paciente y reflexivo trabajo de rescatar y destacar cada expresión regional de cultura, no sólo mostrando lugares emblemáticos sino también una larga lista de pintores, poetas, cantantes, actores, escultores y creadores, tanto consagrados como nuevos talentos. “Y lo seguiré haciendo mientras tenga las fuerzas necesarias para ello. Mis entrevistados me entregan mucha energía positiva, especialmente los creadores jóvenes”.
Reconoce que fue “un fuerte golpe” jubilarse después de 26 años de labor en el diario El Sur… pero detrás de una vida, surge otra. Y con el apoyo de sus cuatro hijos volvió a retomar su intenso trabajo, porque “siempre me he sentido joven y con ganas de concretar muchos proyectos”.
A lo largo de su prolongada trayectoria se desempeñó en diversos cargos de ese medio regional: en el Departamento de Arte y Publicidad; en Ventas y Relaciones Públicas y en Comunicaciones. Además, estudio turismo en España y se desempeñó recientemente como asesor en la Seremi de Cultura.
“La mejor fórmula para estar en forma física y mentalmente es mantenerse vigente. Gracias a nuestros años de vida, tenemos mucha experiencia que entregar y  mi edad nunca ha sido un impedimento”, sentencia.
En cuanto a su programa cultural en TVU, resalta que se lo toma con mucho profesionalismo y creatividad, “nada se hace al azar. Aplico todos mis conocimientos de diseño y también en escenografía para teatro. Siempre buscamos el escenario perfecto, el que más se acerca al espíritu de la obra del artista que se está entrevistando para potenciar la comprensión de su creación. Me gusta mucho el cine y me inspiro en algunos directores- como el italiano Vittorio de Sica- para crear los ambientes adecuados. Hay todo un diseño previo que guía el desplazamiento de las cámaras”, cuenta.
Admite que cada vez que debe grabar o participar en la producción periodística del programa, “los achaques propios de la edad” se le olvidan, pasan a un segundo plano, y le nace una vitalidad nueva, que espera nunca se vaya.

Elena Díaz: La docencia en el corazón

“Ochenta años y un poquito más” confiesa con pícara coquetería Elena Díaz Islas, consciente que su edad es sólo un número, en una historia de vida ejemplarmente ligada a Concepción. No en vano esta profesora de castellano, viuda,  dos hijos (Marisol y Jorge Eduardo), acredita ya 60 años de docencia y sigue activa en el camino que le marcó su vocación.
La “Nenita” -como le dicen sus amigos y ex alumnos- no se ha rendido al paso del tiempo. Por el contrario, exhibe una vitalidad admirable y está llena de actividad y planes, siempre vinculados a la pasión de su vida: la educación. “Yo amo la vida y me autogenero energía. Siempre soy muy positiva, porque no quiero cargar odiosidades, ni nada”, cuenta.
Si bien nació en Los Ángeles, toda su vida como docente de castellano la desarrolló en el Liceo Enrique Molina. Debió salir obligadamente en 1981, cuando fue exonerada durante el régimen militar, pero continuó ejerciendo la docencia en colegios particulares y universidades.
Aunque fuera de las aulas también ha tenido mucho que decir. A fines de los 90 y en plena transición del país a la democracia, fue electa concejala (PPD) de la comuna de Concepción por dos períodos- de 1992 al 2000-.
Dice que fue elegida mayoritariamente por el apoyo transversal de los votos de sus ex alumnos. “Creo que pensaban que yo era una persona culta, honesta y siempre equilibrada en mis juicios y determinaciones”. Antes de asumir el cargo, sorprendió a los funcionarios municipales cuando, con libreta en mano, llegó para saber cuáles eran las funciones que le correspondería desarrollar en el quehacer municipal.
Desde el año 2000 es académica de la Universidad del Bio-Bío, donde dicta una asignatura sobre la realidad social inmediata, aprovechando su experiencia como educadora y concejala. Actualmente, imparte también el taller Plenitud para adultos mayores, al alero de la Caja de Compensación La Araucana. “Es un grupo muy fértil y talentoso y ya presentamos el noveno libro La vida antes de los TICS, sobre las tecnologías de la información y comunicación a las que los adultos mayores debemos sumarnos”.
Elena destaca que aún le falta mucho por hacer. “Dios me da energía, soy una mujer muy sana, me gusta caminar, me desplazo en micro y me defino como muy estudiosa”.
Y de eso no queda ninguna duda pues acaba de aprobar un magíster en educación, en la Universidad de Concepción.

Fructuoso Biel Cascante: “En la medicina hay que dar, no profitar”

Enamorado de su profesión, “la que volvería a elegir sin dudarlo”, se declara el médico Fructuoso Biel Cascante, quien a sus 93 años sigue ejerciendo como gastroenterólogo. “93 es la edad física, pero acá y acá (señala su cabeza y su corazón) no son más de 50”, ríe. Y es que la risa y las bromas son cosa habitual en este hombre que dice no tener grandes problemas de salud. “He sufrido cáncer de colón, de vejiga y también unos pequeñitos a la piel, pero les he sacado la mugre y aquí estoy”, cuenta y su cara nuevamente se llena de risa.
Así es el conocido “Doctor Biel”: bromista, lleno de picardía y vida, un amante de la lectura y de la cocina, hijo único de inmigrantes españoles y que hoy cuenta con hijos y nietos que han seguido sus pasos en la medicina. “Acá ya somos seis los que nos dedicamos a la salud, pero en España se cuenta que eran catorce antes que yo”, dice con orgullo, y agrega “entiendo la medicina como una cosa social, donde uno tiene que dar y no profitar. El dinero no debiera ser el compañero del médico, sino la buena atención al paciente”. Y así lo hace él. Cada tarde llega a atender a sus pacientes (algunos gratuitamente) a quienes les dedica hasta una hora para enterarse de todos sus síntomas y su estilo de vida. “Así es como debe hacerse, el trato no puede ser frío e impersonal por más logros que ostente el especialista”, puntualiza.
Y de eso sabe mucho este gastroenterólogo, quien fuera el mejor alumno de la Escuela de Medicina de la UdeC, becado de Medicina Interna en el Hospital del Salvador  y de Gastroenterología de las universidades de Cornell y Pennsylvania en EE.UU; becado latinoamericano del American College y becado internacional de la Fundación Kellog. Es miembro desde 1951 de la Sociedad Internacional de Medicina de Basilea, Suiza, y miembro asociado del American Collage of Physician desde 1964, donde pasó a ser miembro permanente en 1981. Ha publicado más de 130 trabajos en revistas chilenas e internacionales y recibido múltiples distinciones a lo largo de su carrera.
Fue Decano de Medicina de la UdeC, fundador de la Unidad de Gastroenterología del Hospital Regional y se jubiló como Jefe del Servicio de Medicina de ese centro asistencial. Es padre de 5 hijos, que “son hombres y mujeres muy buenos, aunque creo que debí haberles dedicado más tiempo”.
Y como si esto fuera poco, este año sacó su propio libro culinario El fogón de don Fructuoso, en el que revela recetas de la cocina riojana y chilena, muchas de su propia autoría. “Mi madre y mi esposa eran excelentes cocineras. Yo recién después de los 40 me puse a cocinar y creo que lo hago bastante bien… al menos no he tenido nuevos pacientes después de invitarlos a comer”, ríe.

María Isabel Medina Giner: “Descansar no es igual al ocio”

A sus 73 años, María Isabel Medina Giner, profesora de inglés jubilada, es una mujer activa, que reparte su tiempo entre muchas actividades. En su departamento, el teléfono suena seguido, evidencia clara de que sigue siendo una persona ocupada, plenamente vigente y aún con la voluntad y las ganas de compartir y aprender cosas nuevas.
Esta penquista “desde siempre”, señala que no importa qué edad tiene una persona, sino cómo se siente. “Creo que la clave para mantenerse bien a la edad que sea, es mover las neuronas, pero no sólo a nivel intelectual. Siempre digo que hay que activarlas todas: las neuronas sociales, las físicas, etc.”, ríe.
Y fiel a sus palabras, ella las ha activado todas. Participa en quehaceres de servicio público en el Club de Leones de San Pedro- donde pronto asumirá como Presidenta de las Damas Leonas-; pertenece al Directorio del Comité de Administración de su edificio, donde es secretaria; asiste permanentemente a diversos cursos en la universidad- en estos momentos se encuentra estudiando Historia-; es parte de dos distintos grupos de oración: “uno con la metodología espiritual del Padre Ignacio Larrañaga y otro con personas que veníamos de AMAC y que seguimos reuniéndonos para comentar algunas publicaciones”. Y como si todo esto fuera poco, además pertenece al centro de ex funcionarias del Liceo de Niñas, y hace poco comenzó a practicar Pilates.
“Creo que la vida es dinámica, es un permanente avanzar. Uno no puede quedarse sin hacer nada, porque el descansar no es el ocio”, recalca, agregando que “es fantástico vivir en estos tiempos donde hay tantas posibilidades, tantas opciones de hacer cosas”.
Y ni siquiera en el área tecnológica se ha quedado atrás, pues se maneja a las mil maravillas con su computador, manda mails y “de vez en cuando incluso entro a Facebook”.
María Isabel destaca que es una agradecida de la vida, de todo lo que ha podido hacer  y de los años que “Dios me ha regalado. He tenido problemas de salud, pero nada grave; cuando uno mira alrededor ve gente con problemas tan serios que se da cuenta que lo de uno es mínimo”
“No sé qué cosas querré aprender o hacer más adelante, pero seguiré en movimiento. Así, cuando Dios determine que debo irme, me iré tranquila porque sé que uno aquí está de paso, para aprender y ayudar a los demás, y se va cuando Él decida, para despertar a una vida eterna”.

O’Higgins 680, 4° piso, Oficina 401, Concepción, Región del Biobío, Chile.
Teléfono: (41) 2861577.

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