Mala calidad electoral

/ 27 de Junio de 2017
contreras
Prof. Dr. Marcelo Contreras Hauser. Master y Dr. en Derecho y Ciencias Políticas y Sociología.

Por estos días estamos en medio de la “candidatis”. Pantalla televisiva, artículos y columnas de la prensa escrita, programas de radio, entrevistas surtidas En fin, gracias a Dios de esas formas podemos conocer un poco más de los dados en llamar candidatos, nada menos que a la Presidencia de la República.

El desarrollo de las tecnologías y el crecimiento exponencial de los medios de comunicación nos demuestran su función y utilidad múltiple. En nuestro caso, nos ha permitido evidenciar la pésima calidad de la mayoría de los postulantes. Desde el inicio y sin necesidad de ser un experto en contenidos electorales, sólo dos aparecían proveídos de las herramientas necesarias para estar en aquel recuadro. Con uno de ellos ya retirado, queda sólo el otro como el mejor dotado para aquel afán. Es que a la fecha han sido escuálidas las intervenciones y apariciones de unos y otros candidatos. Famosos el desconocimiento del  ex senador y ex alcalde  respecto del Acuerdo de Paris; las frases de nulo contenido de la candidata periodista y su homólogo sociólogo… En fin, me recuerda cuando en tareas de politología analizábamos en la vieja Europa los discursos de políticos en que aparecían conceptos-tipo que debíamos profundizar. Acá no hay nada. Estamos en una fase previa a la introducción de las introducciones del pensamiento político, con actores de nulo aporte en el camino de las ideas y con presentaciones que constituyen una falta de respeto para nosotros: modestos, simples y sencillos ciudadanos.

Así, entre lugares y vaguedades comunes, en que algún postulante en otra parte habló de los cinco puntos cardinales agregando de su cosecha uno más a los cuatro reales, la escasa preparación electoral nos relata mil ejemplos de incapacidades y excesivas pretensiones de orden personal.

Siendo niño recuerdo haber oído en casa de mis abuelos  sobre cómo llego un personaje de su región al Congreso Nacional de Santiago. Tratábase de  un parlamentario que jamás habló, hasta aquel día en el que se apagó la luz del hemiciclo y sólo entonces exclamó: ¿Quién tiene jójoros?

Los tiempos han cambiado y la regla general actual nos muestra en dicho hemiciclo a hombres y mujeres preparados para con la vida política de los pueblos. Mas, ¡qué duda cabe! entre ellos también existen algunos que no responden a un mínimo ético de representatividad para asumir tales responsabilidades cívicas. Vamos, debemos actuar con seriedad en nuestra vida ciudadana y no caer en desaguisados tales como pretender cambiar un texto constitucional sin conocerlo, sin nunca haberlo leído en profundidad, sin nunca haberlo estudiado. Algún siútico acuñó el término posverdad, recordándonos que humanamente y, sobre todo en política, la verdad se traduce como el error más adecuado siguiendo la clásica y ancestral definición del filósofo Volket: No a la demagogia de los hechos… no a la demagogia de las palabras. La ciencia política, politología o, llanamente, política es demasiado importante para eso.

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