MÁS ALLÁ

/ 14 de Noviembre de 2007

Con pesar debemos comentar en estas líneas un hecho policial traducido en el asesinato de un funcionario de Carabineros. Como fue público, el pasado 18 de octubre tuvo lugar un asalto a una sucursal del Banco Security del centro de Santiago que no sólo significó un botín de varios millones, sino la muerte del Cabo de Carabineros Luis Moyano.
El mes anterior nos referimos a las circunstancias y responsabilidades últimas de la alevosa muerte en servicio del también Cabo de Carabineros Vera en las manifestaciones del 11 de Septiembre. Sorpresivo resultó, en este nuevo caso de “Carabinericidio” ¿se dirá así? que en los días posteriores al asalto y asesinato las pesquisas policiales dieran lugar a noticias inesperadas: el hecho habría sido cometido por un conjunto de personas, ex integrantes del movimiento Lautaro, algunos de los cuales habían recibido hace no mucho tiempo el beneficio del indulto particular, específicamente quien materialmente habría efectuado, con frialdad y desplante profesional, los disparos que costaron la vida al Cabo Moyano.
La información disponible hasta el momento en que se escriben estas líneas parecen confirmar que no se está frente a un proceso de rearticulación del Lautaro, sino de una actuación “particular” de ex lautaristas. No sería por tanto episodio o acto “político”, como les gusta decir a algunos, sino uno meramente delincuencial. Convengamos que este análisis  resulta absurdo para la familia. ¿Puede significar algo ante la inmensidad de la pérdida del padre y cónyuge?
El hecho que algunos de los asaltantes del Security hayan sido beneficiarios de indultos originados en legislaciones especiales ha abierto otro desagradable y chato debate acerca de las responsabilidades que les caben a quienes las aprobaron. No ha faltado el comentario, circunstancial, cortoplacista y más bien politiquero, que trate de cargarles el muerto.
En este punto cabe hacer una reflexión que comprenda visiones más amplias y objetivos sociales superiores. En realidad, la legislación de indultos (perdón de las sanciones o penas que corresponden a determinados delitos) no busca apenas, al menos en su concepción doctrinaria, favorecer a algunas personas que delinquieron gravemente imponiéndoseles las penas que el ordenamiento penal dispone, sino en éstos y otros casos de nuestra historia cívica, busca crear las condiciones para que la paz social sea alcanzada o se progrese en su obtención. Se busca la reconciliación nacional como bien superior y se persigue objetivos de mayor trascendencia que se equivalen con los de las denominadas leyes de reparación. Aquí una nota: mientras tuve el privilegio de representar a la Región del Bío Bío en el Senado, voté favorablemente nueve o más leyes de beneficios especiales para grupos de personas (de reparación a exonerados políticos, hijos de detenidos desaparecidos y un larguísimo etc.), con el sólo propósito de contribuir a la reconciliación nacional. Ahora, si el objetivo superior es la reconciliación no cabe, a mi juicio, discutir la legislación de indultos y quienes la hicieron posible, por los delitos cometidos por personas que erraron el camino delinquiendo tan gravemente. Más bien hay que preguntarse qué falta para el logro de este propósito superior de concordia social. La respuesta en legislación de indultos es una: lo que falta es legislación equivalente para ex uniformados sometidos a procesos por derechos humanos.
Creo que la familia del Cabo Moyano y Carabineros de Chile se merecen una sentida condolencia y las oraciones que los creyentes podamos hacer por el descanso de su alma. Por otra parte, muchos chilenos debemos comenzar a superar los traumas y divisiones del pasado y conseguir pasos verdaderos y efectivos que busquen la pacificación de nuestra exacerbada sociedad. Clara y urgentemente se debe avanzar en legislaciones de indulto particular para los otros chilenos que participaron directa o indirectamente en hechos de nuestra historia que no fueron de su autoría intelectual y por los cuales hoy se les mantiene en procesos judiciales artificiosos, eternos y sin destino. Hay que ir más allá de la coyuntura o de las próximas elecciones si se quiere hacer grande a nuestra sociedad.
Eugenio Catuarias Larrondo

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