Natalia Valdebenito ajustó cuentas con el “Homo chilensis”

/ 30 de Marzo de 2016
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María Angélica Blanco Periodista y escritora.

Con una propuesta inteligente y audaz, la actriz Natalia Valdebenito fue un boom que arrasó en la Quinta Vergara. Su histrionismo cargado de ironía y sarcasmo apuntó directo al macho, en especial al “homo chilensis”.

Su rutina empoderó a las mujeres y las hizo reír a gritos, logrando una suerte de catarsis colectiva contra el machismo. Tal vez, esa carcajada unánime de las féminas asistentes al Festival de Viña del Mar tenía mucho de liberación de emociones y resentimientos reprimidos.

Natalia se paró en el escenario sin ocultar su tendencia feminista y así lo declaró, sin tapujos. Al decir basta, no queremos ser violadas, agredidas, golpeadas o que nos maten, apeló a un nuevo tipo de humorismo, el humorismo social. Hábilmente, festinó pero a la vez hundió el dedo en la llaga en aquella lacra que pareciera ir “in crescendo” en Chile: la violencia en todos los estratos, desde el más empingorotado al más humilde, del hombre contra la mujer, en la que el macho golpea a su pareja en el pololeo y en el matrimonio, la agrede psicológicamente y hasta llega al femicidio.

Obviamente, no todos los hombres actúan así, pero la violencia intra y extra familia es pan de cada día. Sólo hay que prender el televisor para asumir que es un tema transversal y preocupante.

Usando códigos muy femeninos, ella se refirió a los “hombres pasteles”: Hay, dijo, mucho pastel conocido: Sergio Jadue, pastel; Benjamín Vicuña, “rico y caliente, pero pastel”; Martín Larraín, pastel. “Yo me cuidé mucho de no tomar trago antes de venir aquí. Si manejo, cago, porque mi papá vale callampa”.

Habló de las mujeres reprimidas, de las de tránsito lento y se dio el lujo de reírse de sí misma y de hacer estallar de risa a sus congéneres. “A veces uno tiene un dolor como por aquí (cerca del hombro), y resulta que es un peo del 2012, pero los weones se los tiran en la cama y, después, nos abrazan. Y uno dice: hedionda a peo, pero amada”.

Le dio duro a los hombres. En una entrevista en radio ADN admitió que le encantaba provocar y que ella vive y actúa en su cotidianeidad y en su faceta de comediante como la feminista declarada que es. Me divertí harto en Viña -declaró- porque jamás me autocensuro y eso a los machos les carga. Muchos se han molestado alegando que los “cosifiqué”, pero estoy feliz de haber logrado lo que me propuse. “Ayudar a socavar la base machista de esta sociedad.”

En un festival donde la gaviotas de plata y de oro se las llevaron casi todos los que pisaron el escenario, Natalia tuvo un gesto que me gustaría destacar. Tras adjudicarse la de plata, el público pidió oro y ella dijo: “Dejen ganármela”.

Sin duda, es otra muestra de su calidad, de su no complacencia y de que a las mujeres no nos gusta que nos regalen como una dádiva ni el éxito, ni la fama y, menos, el amor. Luchamos para ganarlo.

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