No a la soberbia, no a la mentira: ética política

/ 18 de Abril de 2011

Hace décadas, como lo anticipaba el sabio filósofo Julián Marías -cuyas obras se editan y reeditan universalmente- que “la soberbia hace que las personas caven con sus actos su propia tumba”. La señora ex-intendenta cayó en el aforismo criollo de ir por lana y salir trasquilada. Como habitante de Concepción -que era su jurisdicción- no tengo nada personal en su contra. Estoy en el mismo lado, en mi calidad de miembro del Tribunal Supremo de RN. Tuve la equivocada confianza de solicitarle hace un año una entrevista, que nunca se me concedió, pese a que en la primera ocasión en que Sebastián Piñera postuló a la presidencia fui quien tenía a cargo el área de Concepción.
En sociopolítica como en la ética-política se encuentra vedada la mentira, y la historia universal da cuenta del lamentable final que tienen quienes la practican. En política el ciudadano premia la consecuencia, honesta y transparente, cualquiera sea su ideología, desde mi amiga Gladys Marín hasta mi ex colega y amigo Jaime Guzmán.
En el período de J.V.R. primaron la desconsideración y la “amistocracia”, débitos que tanto daño causaron a la realidad y proyección vital de familias, hombres y mujeres que estuvieron en ese lado de las ideas, hasta este final teñido de egoísmos y descriterios. La desaparecida autoridad escribió de su puño y letra el manual de Cómo Hacer las Cosas Mal, hoy sin ventas. Horroroso sería que tras su deplorable tarea se nos coaccionara a través de los medios de comunicación para un tributo a su actuación equivocado “de cabo a rabo”. En este mundo no hay plazo que no se cumpla ni deuda que no se pague.
Los cientistas políticos modernos -desde Merle a Horowitz- incluyeron en el liderazgo político de buen talante a la inteligencia emocional que unida al temperamento, carácter y personalidad dibujan el buen hacer y ser en política. Ninguna parafernalia puede esconder el auténtico rostro, en su total sinceridad o insinceridad, del agente político. Como diría mi buen padre, en algún momento de su vida mostrará la “ojota” pese a subterfugios, entramados y otros artilugios.
Mi querido maestro, catedrático de Ciencias Políticas y Derecho Político, Gregorio Peces-Barba, autor del best seller “Libertad Poder y Socialismo”, se encontraba en las antípodas respecto de mi pensamiento político, así como también del actual bloque oficialista chileno. Sin embargo, tenía el mismo común denominador probo y humilde que alguna vez observé en el notable constitucionalista Jaime Guzmán, fundador y líder de la UDI, partido de la renunciada intendenta.
Peces-Barba y Guzmán, aparentemente distantes, habitaban en el mismo domicilio, ese de los más grandes políticos alejados de la soberbia y la aristocracia. 0 auténticamente humilde, pleno de consecuencia.

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