Padres en casa, un beneficio de la pandemia

/ 3 de Febrero de 2021
Paulina Spaudo Valenzuela, Psicóloga Clínica Infanto-Juvenil Perito Forense Infanto-Juvenil Terapeuta de Juego.

La crisis sanitaria que hoy vivimos trajo consigo un sinnúmero de situaciones indeseadas que nos afectaron a todo nivel, y que nos obligaron a modificar nuestros tradicionales esquemas, costumbres, agendas y horarios.

Quizás los padres fueron quienes más trastocada vieron su rutina, pues aquellos que fueron “beneficiados” con el teletrabajo, de pronto, se encontraron cumpliendo con una multiplicidad de roles, sumando al de trabajadores y papás el papel de niñeros, maestros, psicólogos, asesores de hogar, entre otros. Y todo a tiempo completo: las 24 horas del día, los 7 días de la semana.

El nuevo contexto afectó a padres y madres. Sin embargo, como mujeres, nosotras estábamos acostumbradas a diversificarnos y asumir múltiples roles. Nuestra cultura nos ha preparado para ello. Muchos papás, en cambio, lo han vivido como algo complejo y muy desafiante pues, históricamente, les ha correspondido focalizarse de lunes a viernes en sus tareas laborales y no estaban acostumbrados a apoyar en lo doméstico, o a ayudar a diario con las tareas de sus hijos. Así es que para aquellos que hoy están en modalidad teletrabajo, de seguro, ha sido difícil asumir esta nueva situación y cambiar su dinámica por completo.

Sin embargo, esto que quizás para algunos papás ha significado una gran complicación, otros lo han asumido como un lindo desafío, que los conectó con una realidad doméstica presencial que no conocían, y que han intentado abordar con entusiasmo, positividad y alegría, convirtiéndose en un gran respaldo y apoyo para su familia.

Así, durante 2020, estos padres comenzaron el día temprano, compartiendo los trabajos domésticos y de crianza a la par con las madres, cambiando pañales, preparando desayunos y ayudando a los niños a levantarse y vestirse, mientras los animaban a realizar sus actividades online. De seguro, muchas veces les correspondió estar pendientes de que sus hijos estuvieran seguros, entretenidos o atentos a sus clases virtuales, a la vez que participaban de una reunión de trabajo, en la que debían exponer sus ideas sobre cómo cumplir con los objetivos laborales.

El padre, la figura que en muchos hogares tiene menos presencialidad y que solía regresar a casa a la hora de cenar, ahora estaba allí permanentemente, con oficina y todo, apoyando a su familia, acompañándola, y atento a lo que hubiera que hacer para sacar adelante esta nueva forma de vivir, y terminar bien el día.

Es increíble pensar que tuvimos que enfrentar una crisis sanitaria mundial para que muchos padres pudieran vivir esta nueva experiencia y estar más cerca de las rutinas de sus hijos y de sus parejas; para que tantos niños y jóvenes descubrieran una nueva faceta de sus papás, y para que las mujeres se dieran cuenta de que ellos son capaces de asumir una exigente multiplicidad de roles, tan bien como ellas.

Durante casi un año, los niños han interactuado durante todo el día con sus papás, a los que antes solo veían un par de horas diarias. A muchos de ellos se les reclamaba el no estar lo suficiente en casa, así como conocer muy poco sobre los sentimientos, pensamientos e inquietudes de sus hijos. Sin embargo, este complejo escenario les ha brindado a esos padres la gran oportunidad de estar mucho más presentes en la cotidianidad de su vida. Y eso es magnífico, porque muchos tienen por primera vez la posibilidad de observar de cerca y a cada momento los hábitos, rutinas, comportamientos y actitudes de sus hijos, pudiendo intervenir en su corrección y enseñanza de manera más directa e instantánea.

De seguro este periodo que han pasado en casa ha sido desafiante, pero el tiempo compartido conversando, jugando o simplemente viendo un programa en televisión, será algo que todos recordarán y atesorarán a través de los años.

La pregunta es: ¿Cuánto influirá en los niños y jóvenes la presencia de los padres en casa? Sin duda, habrá un antes y un después, ya que la cantidad y la calidad de tiempo unidas deberían dar como fruto mejores relaciones entre padres e hijos. Esta intervención, más cercana y directa, implicará mayores oportunidades para la comunicación y la conexión afectiva, lo que sin duda estrechará vínculos y será un factor preventivo en tiempos futuros.

La pandemia nos ha traído muchos sinsabores, pero también nos ha brindado oportunidades de cambio. Aprovechemos esta instancia para ser mejores padres, beneficiémonos de este tiempo junto a nuestros hijos para vivir la experiencia de la crianza de una manera distinta. Que a futuro el recuerdo de la pandemia no solo vaya asociado a medidas sanitarias y confinamiento, sino también a elementos positivos como haber tenido la oportunidad de profundizar en la relación más significativa e importante que tendremos en la vida, aquella con nuestros hijos, nuestros más grandes tesoros.

El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial de Revista NOS.

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