Podemos ser un país rico

/ 22 de Abril de 2008

Dos noticias esta semana me desvelaron. La primera: expertos prevén que el cobre llegará hasta US$5. Los precios actuales ya permiten que el erario nacional acumule excedentes que, de mantenerse, eliminarían nuestra brecha con Portugal. El anhelado desarrollo alcanzado de sopetón. Así, por primera vez en 100 años enfrentamos el desafío de administrar la abundancia, no la escasez. La segunda noticia es historia repetida: El solitario ganador de un juego de azar pasó de la abundancia a la escasez. Sus malas decisiones lo tienen incluso apremiado económicamente.
¿Cómo evitar que Chile sufra en pocos años como hoy lo hace este efímero millonario? La respuesta oficial es ahorrando los excedentes del cobre para que, cuando su precio sucumba, mantengamos el nivel de gastos que acostumbramos. Pero si bien sabemos que el precio del cobre caerá, los recursos ya acumulados permiten, sólo con sus intereses, financiar políticas que aumenten sostenidamente nuestro crecimiento, transformando esta riqueza transitoria en permanente.
¿Por qué, entonces, el Ministro de Hacienda se obstina en promover la austeridad? Probablemente porque parte de estos recursos ya están comprometidos para financiar algunas reformas. La previsional, que involucrará cerca de un punto porcentual del PIB, la educacional y lo que resulte del Consejo de Equidad, que podría requerir hasta 3 puntos adicionales del PIB. Apoyo estas reformas, pero no sin discutir los recursos involucrados y las políticas alternativas. Por ejemplo, por qué no destinar también recursos a una reducción tributaria sustancial que impulse la innovación y profundice el mercado de capitales, claves para nuestro crecimiento potencial y la igualdad de oportunidades.
Una segunda razón es institucional. El jefe del equipo económico es el Ministro de Hacienda. Y esta cartera lidera la discusión sobre cómo alcanzar el desarrollo. Pero, ¿cómo aseguramos que Hacienda no supedite los intereses de largo plazo de la nación a sus objetivos presupuestarios anuales? ¿Le pediría usted al gerente de finanzas de una empresa que defina sus estrategias de desarrollo? La actual estructura jerárquica del equipo económico tuvo sentido durante los años 80, cuando la principal preocupación era nuestra deuda externa. Ya no. Hoy, la ausencia de contrapeso técnico y la falta de autoridad en el Ministerio de Economía, lugar natural para asumir estos desafíos, impide que enfrentemos el presente con una mirada de largo plazo.

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