Política: Ley del péndulo

/ 19 de Febrero de 2010

En la bóveda principal del Panteón de París se bambolea rítmicamente suspendido en la altura el Péndulo de Foucault, que fue construido promediando el siglo XIX por el físico galo León Foucault con el fin de demostrar el movimiento de rotación de la Tierra.
De igual forma explícase el movimiento pendular de las decisiones electorales en la vida de los pueblos. Esas que hemos vivido en Chile en diciembre, enero y para la transmisión del mando como fase conclusiva el próximo marzo. La constante pendular nos enseña cómo algunas veces se privilegian más las ideas políticas de algún determinado sector y, otras, el pueblo opta por la preferencia de uno distinto, antagónico e incluso contradictorio.  De ahí que resulta imposible encontrar explicación racional a las reacciones populares. ¡Bien lo sabemos los cientistas políticos! La movilidad electoral responde en gran medida a las circunstancia del momento.
Los paradigmas políticos nos muestran cómo después del desorden se añora la disciplina sociopolítica, después de la corrupción se anhela la honestidad, después de la abulia gubernativa se va por la acción y dinámica permanente. Así, la propaganda política triunfante usualmente lo es porque logró dar al candidato una imagen compatible con las demandas del momento. Como todo lo humano con limitaciones: si el candidato es malo por naturaleza, tal equivocación no es posible de enmendar ni en el fondo ni en la forma.
Tan importante como el triunfo electoral es la elección acertada de los colaboradores de la nueva primera autoridad política. Vital organigrama particularmente referido a la teoría y práctica del servicio público: ahí deben estar los más competentes y criteriosos funcionarios de indubitable currículum profesional y de oficio. Trátase del “Quién es quién” devenido del “Who is who” anglosajón en aras de reunir a los mejores en sus rubros.
Estas fases pendulares entre gobiernos de uno y otro signo encuentran en el dibujo de la “Real Politik” el más elocuente de sus avatares políticos. Efectivamente cuando no se es gobierno los militantes de los partidos políticos brillan por su ausencia observándose la infraestructura partidaria pobre y descuidada, mientras que nada más acceder a él, las mismas sedes se hacen pequeñas  para contener a tanto “simpatizantes” o”nuevos militantes”  En honor a la lógica de lo razonable en política, los partidos y el mundo independiente requieren de personas e ideas congruentes en solemnidad, así y sólo así sus columnas sostendrán con certeza y seguridad el bien común propuesto por tal ciudadanía.
El primero en la historia de la sociedad humana en hablar de “formas de gobierno” fue el viejo Herodoto. A partir de sus ideas se ha consagrado a la Democracia como la fórmula más adecuada, sintetizándose ésta en una lapidaria sentencia criolla: la mayoría manda, tanto así que dependiendo de un solo voto puedes o no ser gobierno y si lo eres, lo serás de todos los ciudadanos, por ende, también de la fracción perdedora, en instancias que en lenguaje político representaran el oficialismo y la oposición. Uno y otro sector no deben significar compartimentos estancos ni tampoco universos dogmáticos que sólo aceptan sus idearios y sus  proyectos y sus antojos como los únicos exclusivos y excluyentes a seguir. Así ocurrió recientemente con la perdedora Concertación a quien el pueblo no le dio el triunfo castigando tal soberbia.
Como en el mundo entero y a través de todos los tiempos, el péndulo electoral ha operado en Chile dejando una estela polémica: antes y primero perdió la Concertación, o, antes y primero ganó Piñera. Recordemos que el bamboleo rítmico en la bóveda principal del Panteón de Paris es antes y primero el Panteón de los Sabios y Prudentes.

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