Cuando la economía mundial está en contracción, existe un área que sigue creciendo y no sabe de crisis: los videojuegos. Fuente de diversión para grandes y chicos, registra los mayores ingresos en la industria del entretenimiento, superando incluso los del cine y la música juntos. De hecho, se calcula que en 2012 generó 79 mil millones de dólares, cifra que subió a 93 mil en 2013 y, para este año, se estima que facture 111 mil millones de dólares. En Chile, la industria de los videojuegos tiene ingresos por sobre los 130 millones de dólares al año.
Pese a su éxito, siempre han generado polémica. Ya sea por la violencia en sus contenidos como por la posible adicción que conllevan. Lo indiscutible es que los videojuegos llegaron para quedarse y para formar parte de la vida cotidiana de muchos niños (y no tan niños), por lo que requieren de una acertada mediación parental.
En Chile existe un organismo que reúne a los creadores de videojuego, la Asociación Gremial Chilena de Desarrolladores de Videojuegos, VG Chile, y cada vez es más frecuente encontrar programas y ofertas académicas dirigidas a formar a los futuros creadores.
Éste es un ámbito en el que nuestra zona, con todas sus potencialidades, está en deuda, pero con probabilidades de revertir la situación, consolidando sus competencias y fortalezas: su juventud, talento, creatividad e innovación en un área estratégica para desarrollarnos en ciencia y tecnología aplicada.
Es por ello que las universidades, los privados y el aparato público, representado por Corfo y el Gobierno Regional, estamos fortaleciendo nuestras redes de apoyo y de trabajo para transformar a esta zona en polo de desarrollo de las industrias creativas, donde se encuentra inserta el área de los videojuegos.
Eso nos lleva a pensar que en un futuro cercano los emprendedores de la Región del Biobío podrán exportar sus creaciones de videojuegos y aplicaciones para diferentes formatos a países como Japón, Estados Unidos o Finlandia, donde se encuentran los mayores clúster en esta materia.
Un desafío que debe ir acompañado con garantizar las condiciones necesarias para que los jóvenes potencien sus capacidades y agreguen valor a las nuevas exportaciones.