Vivir con miedo

/ 20 de Octubre de 2009

Según la última encuesta CEP, la delincuencia es el tema que más preocupa a los chilenos. A juicio del 54% de los encuestados, éste es el problema al que el Gobierno debería destinar su mayor esfuerzo para encontrarle una pronta solución.
Somos una sociedad insegura, que se está acostumbrando a vivir con miedo y qué está absolutamente victimizada por el “flagelo de la delincuencia”.
Las propuestas de los presidenciables ponen énfasis en la prevención y la rehabilitación de los delincuentes. Promueven políticas severas de control de armas, la reforma del Código Penal, la reestructuración del Sename, el aumento de la dotación policial, la construcción de más cárceles, la implementación del plan cuadrante en todo el país y prometen poner freno a la puerta giratoria, entre otras ideas. Pero poco se escucha decir sobre cómo ayudar a las víctimas. Algunos de los candidatos han planteado crear una Defensoría para quienes sufren perjuicio por la acción delictiva, con el fin de entregarles asesoría jurídica gratuita. Sin embargo, llama la atención que en los programas de los aspirantes a La Moneda prácticamente no se encuentren propuestas para la reparación de las víctimas, de manera de entregar apoyo psicológico, social y médico que mitigue el tremendo daño psicológico que un delito violento puede causar en ellas.
La Unidad de Atención de Víctimas del Ministerio Público se encarga de ayudar a las personas que han sido víctimas de delitos graves para facilitar su participación en el proceso penal como en la eventual instancia judicial. Pero su objetivo no es trabajar por la reparación, aunque realiza la coordinación con las redes asistenciales del Estado para obtener apoyo terapéutico en los casos necesarios.
Según explica el jefe de la Unidad de Víctimas y Testigos de la Fiscalía Regional en uno de nuestros reportajes de esta edición, de los 6 mil casos que reciben anualmente, unos 2 mil son de víctimas de delitos violentos. Una cifra preocupante, sobre todo porque este año debutaron en nuestra zona los asaltos violentos en lugares habitados. Las terribles experiencia vividas por una familia en Andalué y por una joven de 23 años de otro barrio residencial de la comuna de San Pedro de la Paz, demostraron hasta dónde puede llegar la acción temeraria de estos antisociales.
En nuestro reportaje Víctimas del Miedo un especialista explica que las secuelas psicológicas tras un episodio delictivo varían en un rango que va entre un malestar mediano con angustia y el estrés postrauma. Por mínimo que sea el hecho, toda víctima experimenta una reacción emocional y conductual, y entre 10 y 30 % de los casos sufre un trauma severo en el corto plazo.
Estados Unidos y México son buenos ejemplos de cómo se puede avanzar para la implementación de sistemas de tratamiento y apoyo a víctimas de delitos. Pero en Chile todavía falta mucho. Por eso es tan importante que la delincuencia no siga siendo concebida desde el delincuente, agresor o victimario y es necesario que las víctimas sean también consideradas como sujetos fundamentales del proceso delictivo y que reciban ayuda del Estado no sólo para financiar su defensa, sino también para tener una adecuada y efectiva reparación del daño recibido. Necesitamos una sociedad segura, pero también requerimos una sociedad sana.

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